A pesar de que el cielo estaba nublado casi todo el tiempo, el calor era bastante como para bañarse en el mar. Así que no nos cortamos en presentarnos en la playa a pesar del viento que llevaba soplando todo el rato los días anteriores.
Justo cuando decidimos preparar todo el circo necesario para trasladarnos con los peques a la playa nos hace una tarde impresionante. Nos nos creíamos nuestra suerte. Cuando llegamos a Las Canteras, comprobamos que el resto de la ciudad había pensado lo mismo. ¡¡Estaba hasta arriba de gente!! Pero aún así, siguió nuestra suerte y encontramos un lugar genial cerca de la orilla desde el que podíamos bañarnos los cuatro sin quitar el ojo a nuestras pertenencias.
Los críos se lo pasaron bomba jugando con su padre, que les perseguía, los atrapaba y los metía en el agua mientras pataleaban riendo como locos. Se lo pasaron tan bien en la orilla, que no hizo falta sacar los juguetes.
Al rato, la gente empezó a irse y pudimos estar más a nuestras anchas.
Como se nos hacía un poco tarde, decidimos levantar campamento y terminar la excursión con un helado y un paseo por la avenida marítima. Que los días sean tan largos en verano es genial para aprovechar las horas de sol al máximo.
Si por mí fuera, viviría en un verano eteeerno. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarEn cambio yo me debato entre los momentos maravillosos que vivo con mis hijos y los ratos en el que me los comería jajaja Creo que estoy encantada con ellos, pero cuando empiece el colegio tampoco va a estar mal jajaja
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