Cuando era pequeña nuestros padres nos llevaban a Siux City, una recreación de una calle del antiguo oeste. Recuerdo que nos encantaba, así que, este años, hemos decidido que los niños ya tenían suficiente edad como para disfrutar de la experiencia. Mi hermana se ofreció a acompañarnos desde el primer momento y por tiempo nos encontramos trasladados al oeste americanos, aunque el habla local, más que yanki era canariona.
Los niños alucinaron con los vaqueros a caballo y disfrutaron montando un poni atado que les aguantó estoicamente. Lo primero que hicimos fue darnos una vuelta por la calle. La casa del enterrador les llamó mucho la atención, como no podía ser menos. El pequeño museo sobre el atrezzo que se había utilizado para rodar las pelis a las que sirvió de escenario el parque temático nos pareció muy interesante a los adultos, pero los niños pasaron demasiado rápido como para poder disfrutarlo a gusto. En la carcel hicimos muchísimas paradas porque les llamó muchísimo la atención. Hubo peleas cruentas por la bola de preso. El cementerio también tuvo un gran éxito, sobre todo con Daniel, que se metía a ver las lápidas cada dos por tres. Nos pedía que se las leyéramos y como estaban en inglés, lo que no me sabía me lo inventaba y luego mi marido se reía de mí. También pasamos por el colegio, la iglesia, el pony express y seguro que se me olvida algo.
No habíamos terminado la visita cuando comenzó el primer espectáculo. Los hacen muy seguidos, así que nunca te aburres. Del teatro en la calle, pasamos al saloon para ver al lanzador de cuchillos, experto en el uso del látigo y record guinnes en lazo gigante. Aprovechando que ya estábamos allí, pedimos algo de comer y en esas estábamos cuando comenzó otro en el que la corista se metía en líos. En otro intérvalo de tiempo libre, nos recorrimos el recinto de los animales: búfalos, serpientes, arañas, mapaches graciosísimos, ciervos, cerdos con pequeños jabatos casi recién nacidos... Nos encantó. Y podemos dar fe de que estaban muy bien cuidados porque estuvimos de charleta con uno de los encargados y se notaba que les tenía mucho cariño. Al final nos regaló unas plumas de las águilas para que las tuviéramos de recuerdo.
Todos los empleados hacían de todo. Tan pronto uno era el sheriff como el camarero que te traía la comida o un bandido mejicano. El enterrador daba miedo nada más verlo, pero en cuanto cruzabas cuatro palabras te dabas cuenta de que era encantador. Le regaló a los niños unos cartuchos usados de balas de fogueo y una bala de verdad. Les hizo muchísima ilusión.
La nota cómica la puso mi hermana que se encontró una de las pistolas de los actores encima de bidón y se la acercó a un chico que casi le da un pasmo pensando en lo que hubiera podido pasar. ¡Estaba cargada con balas de fogueo!
Entre vaqueros, animales y un escenario de película lo pasamos fenomenal y seguro que repetimos.
Que sitio tan maravilloso Dácil. ¡Nunca había oído hablar de él! Pero oye que nunca se deja de aprender. Si alguien día voy con niños a la isla ya sé.
ResponderEliminarBesos y seguir pasándolo bien de vacaciones
Es que no lo conoce casi nadie. Está lleno de extranjeros que contratan la excursión desde el hotel. Me parece un lugar muy original para visitar y es una pena que le hagan tan poca publicidad...
EliminarQué divertido!!!! Me encantan esas cosas. Yo hubiese disfrutado como una enana, seguro. Un besote!!!
ResponderEliminarSeguro que sí. Cuando fuimos vimos muchos adultos sin niños pasándolo pipa. Es que es para todos los públicos ;)
EliminarBrutal... No lo conocía es el paraíso para un niño! Vamos, y para una adulta cinéfila como yo!! XD
ResponderEliminarMuas!
Te encantaría visitarlo. Tiene hasta una foto dedicada de John Wayne jajaja
EliminarQue sitio más chulo, había disfrutado yo más que cangrejito, es de esos lugares a los que ya no me dejarían volver jajajaja
ResponderEliminarCreo que en nuestro caso disfrutamos más los adultos que los niños jajaja
EliminarO al menos igual ;)