Con el tiempo que ha hecho se han helado todas las cerezas y pocas han sido las supervivientes que han llegado a la mesa. A pesar de las bajas expectativas, no dudamos en dirigirnos a una hora tempranera a los cerezos de la madre de Raúl para recoger lo que pudiéramos encontrar.
Bueno, uno de nosotros sí dudó, porque a Iván no hubo manera de levantarlo de la cama. Se dio la vuelta y me gruñó que le dejara dormir, así que le hice caso y me fui con el resto a las labores recolectoras.
Como yo ya me temía, el pequeñajo luego me lo tuvo en cuenta con mucho rencor porque, según él, le habíamos abandonado en la casa. Tranquilos, que lo dejamos con su bisabuela para que lo cuidara, no es que lo dejáramos solo, pero por lo visto no le despertamos a posta.
De nada sirvió que le jurara y perjurara que le zarandeamos con saña hasta que nos bufó. Aún teniendo de testigos y cómplices del zarandeamiento a su padre y su hermano me estuvo mirando con resquemor un buen rato. Afortunadamente sólo hasta que nos fuimos todos al río y ya se le olvidó el tema.
El caso es que estábamos nosotros en los cerezos y ya veíamos que de ahí íbamos a sacar poco, así que nos esforzamos al máximo para al menos llenar una bolsa. Habíamos llevado un bastón y un paraguas para alcanzar las ramas altas, pero ni aún así llegábamos a las cerezas con mejor pinta, así que le pregunté a Daniel que si le apetecía escalar el árbol y él encantado, claro.
Con mi ayuda se encaramó hasta la mitad del tronco, dónde las ramas tenían el grosor adecuado para soportar su peso. Y desde ahí se estiró todo lo que pudo para alcanzar las más jugosas ayudándose con el paraguas.
Así logramos algo más, pero vamos, que el botín fue bastante escaso. Los pájaros se habían puesto las botas con casi todas las que habían sobrevivido a la helada. Aún así volvimos felices a la casa porque nos lo habíamos pasado muy bien en la recolección. Alí nos esperaba un ceñudo Iván.
Menos mal que le cambió la cara con el plan del río, que si no...
tus hijos entran en la adolescencia... Un beso
ResponderEliminarDaniel está muuuy alto! Besos
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