De repente, un día, llegó a mi casa una caja...
Que qué había dentro decís. Eso es irrelevante.
Lo importante era su tamaño, lo importante eran sus inmensas posibilidades, lo importante eran las pedazo de burbujas imposibles de explotar que encontramos dentro y que envolvía su contenido, que como ya he dicho es totalmente irrelevante.
Los niños vieron esa inmensa caja y... ya no vieron más. Se lanzaron en plancha en busca de la aventura, la magia y el desenfreno hecho cartón.
Pero la caja era muy grande y no había rincón dónde dejarla en el que no estorbara a los adultos. Así que los muy malvados planearon deshacerse de ella.
Los niños lloraron, gritaron, se desgañitaron... Y la caja fue indultada un día. Se convirtió en una nave espacial. Y otro día... Fue un coche de carreras. Y otro día... la casita ideal. Y otro día... el escondite perfecto...
Y sí, aún está dando vueltas por aquí y de esto ya hace un par de meses. Pero algún día, algún día tendrá que irse. Porque en esta casa no cabemos todos. Es ella o yo.
Si algún día escucháis golpecitos en vuestra puerta, puede que sea yo pidiendo cobijo porque estos fieras hayan elegido la caja, pero no so preocuparéis, la visita será breve. Justo hasta que tenga hambre...
Jajaja me encanta como lo cuentas😂😂
ResponderEliminarGracias!! Besos
EliminarLo que da de sí una caja ehh!!!
ResponderEliminarCon lo caros que a veces nos salen los juguetes y lo que se entretienen después con lo que menos esperas! jajajaja
Ya te digo. Estos dos son grandes amantes de las cajas y los palos ;)
EliminarNada como una caja para jugar. Un beso
ResponderEliminarPues sí jajaja Besos!
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