Estaba tranquilamente charlando con una amiga mientras nuestros hijos jugaban en una fuente de chorros cuando de repente oímos a una madre a gritos soltar algo así como: "¡Sois uno abusadores! Que ya tenéis pelos en los cojones, joder", palabra más, palabra menos. Sorprendidas nos giramos a ver que había suscitado tal torrente de cultas palabras. Y resulta que iban dirigidas a nuestros retoños, de entre 10 y 7 años, y que la ignoraban sabiamente yendo a lo suyo.
Por supuesto, les llamamos al orden porque quitando que las maneras de la progenitora en cuestión no nos parecían las adecuadas, tampoco nos hacía ni pizca de gracia que nuestros hijos fueran haciendo abusos de poder por ser más grandes y más fuertes.
Empezamos por pedirles su versión de los hechos y juraron y perjuraron que los niños pequeños, unos cinco o seis años les calculo yo, les perseguían mojándoles y pegándoles hasta que ellos se hartaron y les mojaron también, supongo yo que sin muchos miramientos. Lo que desencadenó en que uno de ellos fuera a informar a su madre, que, por lo visto se presentó en el lugar de los hechos hecha un basilisco y procedió a compartir generosamente y sin ningún tipo de flitro su prosa más cuidada.
Mi amiga y yo nos miramos y decidimos dar el beneficio de la duda al otro bando. Nuestros peques no son ningunos santos. Les sugerimos con nuestros tono más marcial que jugaran lejos de los otros niños y que no causaran ningún tipo de conflicto en pro de la venganza.
Los chicos se dispusieron a proseguir con sus juegos en la esquina más alejadas a los niños pequeños, pero a estos les faltó tiempo para ir corriendo a su encuentro y mojarlos sin contemplaciones. Nuestros tres peques se giraron a nosotras con una mirada que parecía indicar "Veis, veis" y no hicieron ni amago de devolver el golpe (evidentemente, con sus madres mirando era jugársela, y mucho).
A voz en grito, les dije a los chiquillos que mis hijos y su amigo no querían jugar con ellos y que por favor les dejaran jugar a lo suyo. Como yo ya sabía, los niños, que al fin y al cabo niños son, no me hicieron ni pajorero caso, pero mis gritos llamaron la atención de la quinqui... digoooo... de la madre defensora de los derechos de sus dulces angelitos, que se vio obligaba a llamar al orden a sus retoños, evidentemente con un lenguaje mucho menos soez que el usado con los nuestros. Que ganas de te dan de ir directamente a preguntarle por esta muestra de desigualdad y favoritismos tan evidente, pero como esa señora no me toca nada, ni me va ni me viene, y probablemenete no la vuelva a ver o si la vuelvo a ver ni la reconoceré, pues preferí dejar las cosas así.
Total, conque sus hijos dejaran en paz a los míos, y a los míos no les diera por empezar de nuevo el conflicto me conformaba. Porque nuestros hijos tenían resquemor, pero no hacia los niños, sino hacia la madre a la que de vez en cuando llamaban vieja abusadora en un tono de voz un pelín demasiado elevado.
Así que hubo que llamarles de nuevo al orden. "¡Pero ella empezó!", "¡Pero ella nos llamó a nosotros abusones primero!", "Vino a atacaaaaarnos!", se desgañitaban los tres para justificar su comportamiento. Pero no hubo compasión por parte de sus progenitoras, que nos esforzábamos en hacerles entender que si esa madre se había conducido mal y ellos la imitaban, básicamente caían en el mismo error. Y que si le hacían caso le daban poder sobre ellos porque les afectaba. Si no les afecta ya puede decir misa que a ellos plim pilarín.
Los chiquillos nos miraron poco convencidos, pero aceptaron que esa guerra no la iban a poder ganar y se fueron a seguir jugando a sus juegos.
Una vez en casa, Daniel me soltó lo que repite mucho muy a menudo: "Mamá, esa forma de pensar tuya es muy bonita, pero hace que nosotros siempre salgamos perdiendo".
Caramba. Qué maduro es tu hijo. Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias!! Pero no e smuy maduro. lo que pasa es que piensa que las idas bonitas y filosóficas que le suelto hacen que salga perdiendo :_(
EliminarYo hubiese actuado como tú, creo, pero qué ganitas de soltarle cuatro frescas (con todo el arte y el sarcasmo del mundo) a la quinqui. XD
ResponderEliminarBesotes!
Yo creo que con el espectáculo que dio debió pasar mucha vergüenza y ese ya es suficiente castigo. ¡Vaya manera de perder los papeles! Creo que aunque los niños hubieran tenido al culpa no son maneras y las cosas se pueden solucionar de otra manera...
EliminarMadre mía.. Hay alguna madre x ahí suelta... Menudo vocabulario! Un besote
ResponderEliminarEso pensé yo. Antes de darme cuenta que gritaba a los míos estaba alucinando con el comportamiento tan fuera de lugar. En fin... Besos!!!
EliminarEn nuestro barrio también hay una fuente de esas y por lo que he oído también ha sido motivo de riña alguna que otra vez. Menos mal que a Nathan le ha pillado ya mayorcito.
ResponderEliminarPaciencia, hay mucha maleducada suelta. Muaaa
Los roces son el pan de nuestros de cada día en parques, piscinas etc... Al final, los niños, niños son y hay que educarlos porque no saben naciendo, pero las madres y padres deberíamos tener educación suficiente para resolver los problemas de una forma más calmada y menos soez. Aluciné en colores incluso antes de darme cuenta de que gritaba a los míos.
EliminarMuchas gracias!! Muacs