Entre estas páginas encontramos las emociones más comunes que genera lo diferente, los trágico o lo desconocido, comenzando por el miedo: ¿Será peligroso? ¿Pone en peligro mi burbuja de rutina? Si no es así, lo convertimos en novedad, espectáculo y fuente de chismorreos. Algo para hacer la foto de postureo y pasar página rápidamente. Finalmente, queda olvidado... bien metido en un iglú impenetrable del que no nos llegan los gritos de ayuda ni los lamentos.
El mensaje nos llega a través de unos textos muy acertados y unos dibujos expresivos y dinámicos, tanto en sus formas como en los colores que usan. Mostrando una clara diferencia entre el mundo lleno y luz y color de los que ignoran para proteger su egoísmo individualista y el neblinoso y opresivo de los que sufren sin más culpa que la de nacer o vivir en un momento y lugar equivocado.
El álbum ilustrado también nos habla de la esperanza reflejada en los ojos de un niño que pretende ver más allá de las gruesas y frías paredes del iglú y romper con los mensajes sociales que le rodean y que le impelen a olvidar y seguir con su vida. Hay que mirar más allá y hacerlo con los ojos del corazón.
Es un cuento duro que abre los ojos a los niños y les hace preguntarse a si mismos cuestiones que nunca antes se habían planteado. Les ayuda a ver más allá de las fronteras de su realidad. Tan pequeña y tan limitada como lo es su propio entorno. No todos viven como él, ni tienen la suerte de comer al menos tres platos al día, ni de disfrutar de estabilidad política en su país, ni seguridad en las calles...
El cuento ha suscitado muchas preguntas en mis fieras, algunas difíciles de contestar para que las entiendan con sus 9 y 7 años, pero muy importantes para que comprendan que no todo el monte es orégano y que la sociedad se construye en comunidad y no individualmente.
Precioso libro.
ResponderEliminarSí, me encanta el mensaje y cómo lo expresa
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