De jardineros en Covarrubias

Hacía un montón de que nos acercábamos a Covarrubias, así que el fin de semana nos plantamos en el pueblo para disfrutar de su tranquilidad. Aunque con estos, ya se sabe, que tranquilidad poquita.

Nada más llegar, la abuela decidió que el jardín necesitaba un buen lavado de cara y que mejores candidatos para realizar tan divertida tarea que la carne joven (ejem), que acababa de llegar. Así que todos nos pusimos manos a la obra.

Los peques comenzaron muy motivados, pero de repente Iván empezó a liarla. No sé cual fue el detonante porque no estaba atenta, pero todo le parecía injusto, todo le sentaba mal, todo el mundo estaba contra él... ¡Vamos lo típico!

Y el peor y más demonio de todos los ahí reunidos: su hermano mayor, que doy fe que en ese momento se estaba portando hasta bien. No sé por qué se puso totalmente en su contra y a sacar cargos de culpa de cuando ambos llevaban pañales. Madre mía, cuando rencor.

Mientras, Daniel nos sorprendió a todos con la filosofía con que se tomó la situación y la paciencia con la que la encaró. A veces ignoraba las pullas malintencionadas de su hermano y otras se dirigía a él con tono conciliador.

Se ve que se lo estaba pasando en grande segando el césped y regándolo como para permitir que una perreta de Iván le estropeara el momento. Y se ve que al otro la actitud de Daniel le sentó como un tiro porque se nos iba enrabietando por momentos y la cosa acabó con castigazo y lloros berreantes.

Qué se le va a hacer...