Su tía abuela Isabel le hace un último regalo después de muerta y le pone en bandeja el papel de su vida, porque ella es actriz frustrada y una persona maltratada por el karma. O eso dice ella, porque a los lectores nos da la impresión de que ha tenido mucha suerte en ciertos aspectos, que ya nos hubiera gustado en algún momento de nuestra vida encontrar gente que se desviva por nosotros y una casera comprensiva que nos trate como una segunda madre y a la que el dinero del alquiler le parezca algo secundario.
La novela a pesar de estar escrita de una forma muy amena, divertida y entretenida, no viene con sorpresas. es una historia romántica al uso, con un esquema muy utilizado en este tipo de historias. Ese que comienza con chica conoce chico y se caen muy mal... pero surge la chispa del deseo... porque deseo vamos a encontrar y mucho.
El chico que se hace con el corazón de la protagonista aunque no para de meter la pata de la manera más tonta a causa de su ego, miedos e inseguridades; es un artista polifacético que tiene las manos como papel de lija de lo castigadas a fuerza de tanto cincel y martillo (no malpenséis que os conozco). En mi opinión es bastante cobarde y, en más de una ocasión, te dan ganas de darle una ostia bien dada para que espabile y deje de comportarse como el perro de San Roque. Pero la autora le dota con una personalidad tan atrayente y que hace que caiga bien. Sobre todo cuando muestra su lado tierno.Así que tenemos a una histriónica actriz fracasada con una fuerte energía huracanada y un romanticismo empedernido que no le deja avanzar en el estrato sentimental por un lado; y a un artista sin inspiración y un reconcentrado sentimiento antimusas que ha pasado por muchas relaciones catastróficas que le han dejado muy tocado. Ambos se ven unidos por un malentendido que se convierte en una mentirijilla que acaba creciendo, creciendo... Y se acaba por convertir en un gran alud.
Es de esos libros de agradable lectura que enganchan y a los que te quedas pegada hasta el final, aunque a veces peca de repetir demasiado los recursos que utiliza. Tampoco me acabó de gustar el tratamiento de los personajes secundarios, que se dedican a orbitar alrededor de la protagonista y a no darnos ni un atisbo de sus propias vidas. De hecho, me quedé con muchas ganas de saber más del espíritu libre de la madre de la protagonista, un personaje que merecería novela propia.
Así como el tratamiento de los secundario me parece demasiado superficial, el de los protagonistas no deja rincón del alma por explorar. La autora consigue dotarles de mucha humanidad al darles caracteres llenos de claros y oscuros ribeteados con una amplia gama de grises. No son seres maravillosos y extremadamente buenos y amables que resaltan por su perfección y belleza, y eso se agradece. La verdad es que prefiero protagonistas imperfectos y creíbles aunque sus evoluciones a veces caigan en el absurdo y otras en el cuento de hadas.
Me parece una buena lectura para el verano y para desconectar. Un libro con el que llenar esas horas de calor en las que es imposible salir a la calle o esas anteriores al sueño en las que queremos decansar la mente del día a día con una buena historia. Buscaré otro título de la misma autora que aún me queda mucho verano por delante...
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