Hablando con una madre del colegio sobre posibles planes seguros para hacer con los peques este verano, me comentó que ella había ido con su familia al teatro después de muchísimo tiempo y que se lo habían pasado todos en grande, desde el más pequeño hasta el mayor de los adultos. Una obra para todos públicos y descacharrante... A mí me sonaba genial, así que le pregunté más detalles. La función sale mal, me dijo que se llamaba. Ya sólo el título prometía mucho.
Compré las entradas y esperé impaciente al día de la función. Mis hijos también estaban muy motivados. Realmente hacía mucho que no pisábamos un teatro. Tenía claro que me iba a encontrar una comedia, pero no me esperaba lo que no encontramos en vido y en directo. A ver cómo os lo explico sin hacer nada de spoiler. Nos pasamos toda la función a carcajada limpia, removiéndonos en nuestras butacas cual culebrillas e incluso gritando en los momentos más emocionantes.
Los actores lo hacen genial. Hay que ser muy buen actor para fingir histriónicas actuaciones y a la vez meterse en la piel de los frustrados y, a veces, hasta, aterrorizados actores de la función. Las situaciones cómicas se atropellan unas a otras y te pueden hacer más o menos gracia, pero ya llega la siguiente para matarte de la risa. Y, puedo asegurar que a mí me hicieron gracia todas.
El escenario se convierte en un personaje más de la obra y ya me entenderéis si la veis. Alucinante el sincronismo entre los actores y los elementos de la casa en la que transcurre la acción. Me dejaron alucinada con la habilidad que tenían para agarrar, soltar, hacer malabarismos y equilibrios con todos los objetos que les rodeaban. Casi daba la impresión de que la mansión estaba viva y que tenía muuuy mala baba.
Nosotros vimos la obra desde uno de los palcos y se veía bastante bien. Sólo nos restaba un poco de visibilidad a un ladito mínimo del escenario que no hacía que te perdieras nada de la intensidad de los acontecimientos que se desarrollaban a velocidad de vértigo. Porque el ritmo va in crescendo hasta convertirlo todo en una maravillosa locura. Incluso la zona del público parece parte de la representación. Llega un momento en que parece que nos volvemos locos entre carcajadas, gritos, emoción y aplausos atronadores.
Hubo más de un momento en el que pensé que las fieras acababan en el suelo con los botes que estaban pegando.
Y nos os cuento nada más porque esta obra hay que verla y disfrutarla en vivo y en directo. Una apuesta segura para ir con la familia, amigos, en pareja o como quieras. Es imposible no reírse. te reto a que lo intentes ;)
Gracias por la recomendaciøn. Un beso
ResponderEliminarGracias a ti por estar siempre ahí. La obra de teatro nos gustó muchísimo a toda la familia :)
Eliminar