La abuela Paca le ha enseñado a Daniel a dar unos besitos muy curiosos, pero sólo se los debe dar a ella porque a mí no se digna el muy sinverguenza.
Su bisabuela le acerca la cabeza y él choca su frente con la de ela con mucha suavidad y sonríe.
Es muy tierno. La primera vez que los ví me sorprendió, la segunda me enterneció y la tercera me dije a mi misma: "yo también quiero".
Así que cogí al niño y le dije ilusionada. "Daniel, dame un besito". El enano se me quedó mirando como diendo "Qué querrá ésta". Le acerqué la cabeza un poquito. "Venga Daniel. Un besito de abuela". Y el niño me metió un cocazo que ví las estrella durante un vuen rato. A él parecía que no le dolió tanto porque se reía el desgraciado. Pero no me dí por vencida. Al contrario. Persevero y persevero, pero no hay manera. A mi no me acerca la cabeza suavemente y me sonríe. Como mucho se acerca con la boca bien abierta y me babosea. Que es otra especie de besito, aunque más bruto. Y a la abuela Paca todos los besitos de abuela que le pide sin hacerse de rogar. ¡Qué tío!
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