Hay que ver como se retuerce este niño. Vestirlo se ha convertido en una misión imposible. Y cambiarle el pañal ni te cuento. ¡Uf! Que lucha.
Cuando le visto a veces es difícil acertar a meter el bracito por la manga, o las piernas por el sitio correcto. Y si intentas ponerle en una postura concreta para facilitar la tarea, empieza a hacer pucheritos y acaba berreando como un loco hasta que lo sueltas y vuelve a retorcerse cual lagartija.
Acabo con unos sudores horribles. Y el niño tan pancho.
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