A Daniel no se le quita la costumbre de berrear de madrugada para pedir su biberón extra. Y lo que es peor. Hablando co otras madres parece ser que, o tomo medidas drásticas, o va para largo. A mi eso de matar a mi hijo de hambre unos pocos días no me atrae. y menos si significa que lo tengo que tener berreando otras tantas noches. Casi prefiero perder media hora de sueño y enchufarle la tetina. Me sale a cuenta aunque me rompa el plácido sueño. ¡Cuando volveré a dormir ocho horas seguidas!
Porque, el día que se lo dejo a mi suegra, suelo tener que levantarme a trabajar al día siguiente y muchas cosas que hacer, así que tampoco junto tanto tiempo de descanso. Aunque se agradece en el alma. De todas formas, me remuevo inquieta cuando no lo tengo en la otra habitación dando guerra. debe ser que en el fondo soy masoca.
Así que nada. Seguiremos saciando el hambre intempestiva de la fierecilla hasta que se acostumbre a los horarios de los adultos. Luego me vengaré y le levantaré tempranos cuando venga de sus juergas. Todo llega y lo de poner la aspiradora tempranito me resulta tentador.
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