El cocodrilo del foso del castillo

El lunes quedé con una amiga, Silvia, porque era su cumple. Pertenece a lo que yo llamo en este blog "la tribu del parque", así que quedamos para ir a los columpios porque el calor no era exagerado.

Nada más recoger a Daniel en su clase me dijo que "a casa". Cómo últimamente le veo muy cansado me plegué a sus deseos, pero le dije que teníamos que esperar a su amiguito Hugo para decirle que no íbamos con ellos. Cuando apareció el susodicho se pusieron a jugar. Se lo estaban pasando tan bien que cambió de opinión y acabamos todos en el parque. Allí nos reunimos con el resto de los amiguitos. Curiosamente son todos niños. Menos mal que una integrante está embarazada y nos trae una niña.

Allí se lo pasaron genial. Jugaron con los juguetes, se pelearon por una moto chulísima de otro niño, se montaron en los columpios. Pude columpiar a Daniel porque las mamás del grupo se hicieron cargo de Iván. Menos mal.

Tuve que inventarme un juego sobre un cocodrilo que les iba a comer la barriguita si no se subían al castillito para que Daniel soltara el columpio y pudieran montarse otros niño. Y ya me veis corriendo detrás de una jauría de críos gritando "Soy el cocodrilo y os voy a comeeeer...". Acabé siendo yo la perseguida y todos los peques detrás dándome caza, los del grupo y otros que se fueron uniendo. También hubo un momento en que éramos todos cocodrilos y nos metíamos debajo del castillito que era nuestra cueva o nos íbamos a pescar peces, que eran las hojas secas del suelo. Lo pasamos muy bien.

Fue un cumpleaños muy original. La homenajeada insistió en invitarnos a algo, pero con los pequeñines desatados era imposible pensar en sentarnos en una terraza. Así que se conformó con repartir lacasitos, aspitos y chuches entre los más pequeños.