"¡¡¡Mi perrito!!!" gritó mi primogénito mientras se lanzaba de cabeza a la cuna. Agarró feliz le peluche con el que dormía hasta ese día su hermano y se lo llevó a su cama. "Es mío" reafirmó.
Es cierto, Daniel estuvo durmiendo con ese perro mucho tiempo. Hasta que Iván lo descubrió y decidió que con el perrito de su hermano se dormía mejor. El mayor no le echó de menos así que pasó a ser del segundo. Hasta ese día. Afortunadamente, Iván le está cogiendo el gustillo a un osito. Afortunadamente.
Daniel ya duerme sin compañeros peludos en la cama, pero ahora se ha empeñado en volver a invitar al maltrecho perrito, que ya tiene la nariz pelada y el pelaje más ralo de tanto uso. Lo deja en un extremo y ya no le vuelva a hacer caso.
En nuestro caso es un tigrito el que sufre los continuos abrazos y achuchones de Martiño, je, je.
ResponderEliminarSeguro que le tigrito está encantado con los "mimos" de Martiño jeje
ResponderEliminares precioso ver el cariño q le tiene.
ResponderEliminarde mayor se acodará sin duda de ese peluche q hacía sus delicias :D
Pues por aquí no le hemos cogido cariño a ningún bicho de peluche, pero me parece a mí que es cuestión de tiempo.
ResponderEliminarQue gracioso, no habíamos caído en que los peluches se podían heredar de hermano a hermano, ja, ja, ja...
Un besote para los príncipes.
¿Quién no ha tenido algún compañero de cama peludo? Bueno, yo sigo teniendo a los gatos (y al churri...) Besotes!!!
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