lunes, 13 de febrero de 2012

¡Dormíos de una veeez!

El día que volvíamos a Madrid no dejamos que Daniel hiciera la siesta. Cogíamos el avión a las seis de la tarde y nuestro propósito era que los dos se durmieran, pero nuestro gozo en un pozo. No pegaron el ojito ninguno de los dos. Iván sólo quería que le hiciera dar botes sobre mis piernas. Debía ser gracioso ver aparecer y desaparecer su cabecita por encima del asiento. Me tenía los brazos machacados.

Y Daniel no paraba quieto. Le llevamos dos veces de excursión al baño, le reñí mil veces por dar patadas al asiento de delante (cómo odiaba yo que me hicieran eso a mí), le entretuve con comida, con libros, con coches... Dimos unas cuantas vueltas por el pasillo del avión con uno y con otro. Intenté dormir al bebé meciéndolo. ¡Nada! Nos dieron un vuelo malísimo con sus ganas de juerga.

Menos mal que, cuando por fin llegamos a casa, no dieron mucho problema en coger el sueño y nos dejaron descansar un poquito.

6 comentarios:

  1. jejejeje estos niños cuando quieren te la lían en pocos minutos... pero bueno, lo importante es que lo pasasteis bien y habeis descansado, en la medida de lo posible ;)

    besos

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  2. uff que dificil viajar con niños pequeños

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  3. es que Daniel es muuucho Daniel !!! jejeje besicos

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  4. Pues sí que te la lían y sí que es difícil viajar con los pequeños terremotos. Deberían haber salitas habilitadas con piscina de bolas para este tipo de pasajeros jeje

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  5. Noooooo, porque los papás se la pasarían metidos en la piscina mientras las mamás estarían en el pasillo dando vueltas, dandoles cochecitos, muñecas, libros... ¡HAHAHA! :D

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  6. Que razón tienes. ¡Cómo conoces a los papás! Ja ja

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