Cuando mi madre me dijo que teníamos que ir a la farmacia con los tres chiquillos me eché las manos a la cabeza. Me daba pavor pensar en todas las posibilidades que se abrían a mi primogénito para liarla en la botica. Encima era enorme y con muchas estanterías llenas de botes de colores. Toda una tentación.
Afortunadamente, en un rincón, habían puesto un enorme búho de peluche para deleitar a los más pequeños. A mí me vino de maravilla porque Daniel no perdió la oportunidad de jugar con él. Y Natalia también le hizo bastante caso. Aún así hubo que perseguir a mi retoño y evitar posibles catástrofes. Aproveché para pesar a mi niño: quince kilitos. Está hecho un gordito.
Es enorme!!! Que guay!!! No me extraña que Daniel se quedara alucinado! Un besito
ResponderEliminarpara cuando quedamos tu y yo para secuestar, digo adoptar al buho??? no me importaría tener uno así de grande en casa... jijijiji
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