Ya es el tercer día que Natalia viene a casa y mi madre no puede postergar más el momento de hacer una visita al supermercado a por provisiones. No se anima a dejarme sola en casa con los tres (yo tampoco me animo, la verdad), así que nos hemos armado de valor y nos hemos presentado entre los lineales con los tres. La niña y el bebé se han portado bien, pero el de en medio... ¡Qué locura! No ha parado de correr, intentar coger lo que se pusiera a su mano, quería pagar él, llevar las bolsas él... Natalia corría detrás de él para evitar estropicios. Mi madre le ha comprado una bolsa de gusanitos para intentar apaciguarlo como si se tratar de una antiguo e irascible Dios. El truco ha funcionado. Ha ido todo el camino hacia la cafetería más cercana masticando apaciblemente. Mi madre y yo nos hemos tirado en las sillas agotadas. Hemos pedido nuestros cafés para que nos dieran energía, un "cau" (Cola Cao) para Daniel y pan tostado para la pobre Natalia, que no tiene el estómago para muchas fiestas. Iván estaba felizmente dormidito en su maxicosi.
Mientras desayunábamos nos hemos encontrado con mi prima Cristina, que se nos unió encantada un rato. Daniel no dejó de escaparse de la mesa y darme quebraderos de cabeza. Iván a veces protestaba y Natalia se aburría delante de su trozo de pan.
Al final llegamos a casa agotadas y agradecidas por cruzar el dintel de la puerta. Uf, que locura.
Que carita tiene tu madre... aunque la nena tiene que estar encantada con estar malita y poder estar con sus primitos, que alegria estar con la familia. Besos.
ResponderEliminarjajajaja como la entiendo yo me pego todo el dia con tres y el mayor con 5 añitos solo
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