El pañal de noche: Nada perturba el sueño de Iván

De repente una noche Iván sentenció que ya no quería el pañal de noche "nunca maaaaaas". Como nos pareció una petición razonable le apoyamos en su decisión. ¡Fuera el pañal! Viva la libertad de movimientos y la comodidad del calzoncillo. Peeeero, siempre hay un pero, Houston tenemos un problema. Ivan ha pasado de ser un bebé que no había forma de que durmiera veinte minutos seguidos a un niño ceporro marmoto. Se despierta alguna noche, pero eso son menudencias después de lo que hemos pasado (no me quiero ni acordar).

El caso es que él cae en el mundo de los sueños y, lo normal, es que no abra los ojos hasta el día siguiente. Momento en que nos damos cuenta de que han habido al menos dos o tres escapes. Ni que decir tiene que hacemos uso de empapadores a tuttiplen y fundas impermeables reforzadas para mantener el colchón en condiciones óptimas.

El chiquillo se levanta tan feliz. Le desnudo, le limpio a base de toallitas y a conciencia, le cambio y se va a desayunar como si no hubiera pasado nada. Ni un sentimiento de pesar, vergüenza, fastidio... nada que haga sospechar que esta rutina vaya a cambiar próximamente. Entonces meto todo en la lavadora a porrillo y la hago trabajar hasta límites de explotación laboral.

Hay noches en las que se despierta, no sé muy bien los motivos, me llama y sale de mí cambiarle y cambiar las sábanas. Que si fuera por él, recibía mi beso o caricia, se daba la vuelta y a roncar de nuevo. De hecho no le hace ninguna gracia que le levante y tengo que tener mil manos para cambiarle y cambiar las sábanas sin que vuelva al lugar damnificado para seguir roncando y se vuelva manchar.

Paciencia, paciencia, paciencia... Y muchas lavadoras vamos a tener que gastar hasta que por fin se despierte y diga "Quiero ir al baño". ¿Llegará ese día? ¿De verdad?