Regalitos de mis niños para su mamá

El jueves llegué volando a casa del curso y me encontré con dos niños la mar de cariñosos. La cosa empezó bien, pero pronto se torció, supongo que debido al cansancio de todos y salió el gremlim que vive en mí.

En plena regañina universal me hallaba, cuando mis hombres, espantados, trazaron un inteligente plan. Empezaron con una ataque de "Mami bonita", "Te quiero, mami", "Como queremos a mamá ¿eh chicos?".

Como no colaba, el papá decidió desplegar su arma secreta. "Niños ¿no teníais unos regalitos que darle a mama?". Ahí ya tuve que tragarme la bilis. Miré a mi marido con un claro mensaje de "Esto no quedará así. Toda acción tiene una reacción y a vosotros os falta tragaros parte de mi reacción". Pero los ojillos brillantes de mis chicos que ya acudían con sus regalitos envueltos en papel celofan y con preciosas tarjetas hicieron que, por esa vez, me ganaran la partida.

Encantada con el cuadro que me había pintado y adornado el más pequeño y la estrella con purpurina que había modelado el mayor, se me caía la baba mientras los abrazaba y besaba. Los dos me recitaron sus poesías especiales, preciosas ambas, sobre lo que quieren a su mamá. Daniel luego me recitó, entre risas, otra sobre lo poco que me quería, que terminó asegurando que era una broma. ¡Que humor tienen estos niños! Ejem, ejem...

El regalo de Iván venía acompañado con una tarjeta que había emborronado con cera negra hasta el punto que ni se veía lo que ponía, ni se veía el dibujo. Por su parte, Daniel acompañaba el suyo con la poesía que me acababa de recitar y un precioso dibujo en el que aparezco en un jardín como una reina.

Exhibí mis tesoros en el corcho del estudio para que verlos todos los días.