Feliz cumpleaños, cumpleaños feliz

Cumplo años un día después que mi suegra, el ocho de abril, así que lo celebramos juntas. Cómo el mío caía en domingo de retorno de vacaciones decidimos que el mejor día para degustar la tarta sería el día anterior.

Yo no soy de celebraciones, pero por agradar a mi familia política siempre paso por el aro. No celebraba el cumple ni de pequeña. Odio ser la anfitriona, aunque me gusta asistir a las fiestas fed los demás, en las que no me tengo que preocuoar de que todo salga bien. Soy una comodona, lo confieso. Además, Raúl me da donde más me duele: "A tus hijos les hace ilusión" No se yo si esto es cierto, erpo cualquier excusa es buena para que los pequeñajos tenga un día diferente.

Este año me he encargado yo de comprarle le regalo a Chari y ¡del mío propio!, para que los peques tuvieran un paquete que entregarme, porque el pater estaba en el pueblo mientras yo me paseaba por las tiendas de la Vaguada. El obsequio de la madre de Raúl fue su hijo, pero yo monté todas las piezas y compré el marco. Se le ocurrió recrear una antigua foto suya y de su hermano pequeño.

El caso es que llegué al pueblo cargada con dos paquetes. El día señalado tuvimos quedarlos antes de a tarta (e incluso, antes de comer) para adaptarnos al horario de Daniel. El chiquitín daba saltos exitadísimo mientrascantaba cumpleaños feliz a voz en grito. Nos dió los paquetes exclamando "mioooooo". Cuando vio que lo que había dentro no le interesaba para nada me miró inquisitivo y me preguntó que donde estaba su regalo. Le expliqué que no era su cumple, pero que aun así le regalaba un huevito de chocolate. No se quedó muy conforme, pero se tuvo que contentar.

A Chari le encantó el marco con la foto y a Daniel le llamó muchísimo la atención.

Mi regalo, unos vaqueros y una camiseta, me encnató. Acertaron con mis gustos, mi talla, los colores... Igual igual que si lo hubiera ido a comprar yo misma a la tienda (lo compré yo misma en la tienda jeje).

La tarta estaba buenísima: yema, nata y hojaldre. Ummmmm.

¡Ale! treinta y cinco añazos ya a las espaldas y una par de kilos de más en la barriguita.

Otros regalos que recibí, ya en Madrid: una edición especial del libro de la Princesa Prometida (Raúl), un libro de diferentes  mitologías del mundo (mi hermana Silvia me lo mandó por correo postal) y un cofre de relax y belleza de Wonderbox (ummm ¿masajito y spá?)  de parte de las amigas del trabajo que piensa que ya me hace falta dedicarme un poco de tiempo exclusivamente a mí. ¿Se puede pedir más?