Se me ocurrió la feliz idea de cocinar una mona de pascua alicantina con Danielito. Pensé que disfrutaría metiendo sus manos en la masa y no me equivoqué. Aclara que aunque me he criado en Canarias, nacía en Elda (Alicante), así que alguna cosilla, aunque pocas, sí que me llegan de esa tierra (mi madre hace unas paellas espectaculares, en cambio las papas con mojo...).
Llevé la mesita de la habitación de juegos a la cocina para que todo estuviera a la altura del pequeñín y empezamos la operación "Daniel chef". Nada más comenzar nos encontramos con el primer escollo. "¿Dónde está la levadura?" Raúl se presentó voluntario para ir raudo y veloz a por ella al supermercado. Mientras tanto Puse al pequeñín a pintar los huevos. "¿Quieres pintarlos de amarillo?" le pregunté pensando en el colorante tan maravilloso que tengo entre las especias. "Síiiiiiiiiiiii... y rojo" Rojo, rojo, rojo... ¡Pimentón!. "Claro que sí, cielo. Unos amarillo y otro rojo" "¡Y verde!" exclamó feliz. "Ummmm. No. Verdde no. Lo siento. No se me ocurre como hacerlo". Menos mal que se conformó. Le puse el baby del colegio y se puso perdido de amarillo y rojo. Había que verlo con el pincel y su cara de concentración. Luego procedió a pegarles pegatinas para que quedarán aún más bonitos. A todo esto Iván estaba con nosostros en su hamaquita y de vez en cuando nos gritaba para llamar nuestra atención.
Por fin llegó el papi con el preciado ingrediente y pudimos comenzar con la mezcla. Daniel era feliz añadiendo la leche, la harina, la mantequilla, el azucar... Lo mezclamos todo en la termomix y se puso a amasar tan contento. En un momento dado teníamos que meter la masa en el horno unos minutos para que creciera, pero nosostros decididmos meterla en el micro para terminar antes. El error fue poner los minutos que ponía en la receta teniendo en cuenta que mi hijo mayor se había comido parte de la harina y parte de la masa cuando no mirábamos. Me temo que no eran las medidas exactas y se cocinó. Así que fue imposible terminar la receta A Daniel no le importó porque se comió la masa cocinada como si fuera el más exquisito de los dulces y también dió buena cuenta de uno de los huevos que pintó esa misma noche.
Raul sugirió que empezáramos de nuevo, pero me dio una pereza terrible. por pura cabezonería pinté la masa cocinada que no se había comido Daniel con huevo y leche y la metí en el horno. Fracaso total. Aunque se podía comer, pero aquello no era mona ni era nada. Aún así la experiencia fue estupenda. Daniel se lo pasó genial y no hacía más que repetir que quería otra vez.
El punto malo lo puso cuando quise acomodar al bebé y de tanto que lo habíamos cogido y dejaod reultó que no estaba cogido y se me cayó al suelo. No pasó nada, ni se dio un golpe fuerte, pero, como siempre yo me quedé amargada. "No llores mamá" me decía mi primogénito, "No llores". "ES que le he hecho pupa a tu hermanito" le expliqué. "No pasa nada amor" me soltó el enano. Parece que no pero se queda con todoi. Eso es lo que me dice Raúl cuando quiere calmarme. La verdad es que me entró la risa floja. Afortunadamente, cuando se le pasó el susto a Iván volvió a sonreir tan feliz.
una experiencia muy buena jejejeje,me tienes que dar la receta de la mona que creo que es parecida la bizcocho no?.
ResponderEliminarPincha en las palabras mona de pascua del principio del post y vas directa a la receta. fue muy divertido.
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