Introducción a las papillas

Con seis mesazos ya iba siendo hora de meterle algo sólido en la boca al pequeñín. La verdad es que al pobre se le van los ojos cuando nos ve engullir como fieras y no queda nada para él.

El sábado Raúl hizo un suculento puré de patata y zanahoria bañado con un poquito de aceite de oliva. Ideal para empezar. El enano se lanzó de cabeza a la cuchara pero una vez el puré dentro de su boca puso una cara muy rara, aunque se lo tragó, la segunda cucharada la escupió y la tercera no dejó que entrara en su boquita, que cerró herméticamente. Tuve que sacar la artillería pesada. Que es lo que más le gusta a Iván en estos momentos: ¡El espejo!. Cargué con el bebé hasta el que tenemos en la entrada y una vez allí me metí una cuchara del puré en la boca. Él sonrió y cuando le acerqué la cuchara abrió la boca docilmente. Así estuvimos un buen rato hasta que se aburrió del juego. Entonces le di su biberón.

Por la noche tocó papilla de cereales. Aquí no tuve ningún problema. El peque cogía mi mano y dirigía la cuchara hacia su boca. La verdad es que comió bastante.

Al día siguiente no tenía ganas de repetir lo del espejo, así que le enchufé los cantajuego y mientras miraba boquiabierto a la pantalla le endosaba las cucharadas de puré. Él las mareaba un poco en la boca y algo se tragaba y algo escupía. Así estuvimos un buen rato. Cuando se cansó volvimos al biberón.

Creo que por ahora mi chiquitín prefiere la papilla de cereales a la de verduras, aunque en la guardería dicen que no han tenido ningún problema para que se la comiera. Dicen que va a salir un glotón de tomo y lomo. Espero que así sea.