miércoles, 18 de abril de 2012

Sola ante el peligro

Raúl de viaje y yo sola con los fieras. Menos mal que no me estoy apañando muy mal, aunque estoy agotadísima. Daniel sigue tirando de la cuerda, pero, gracias a todos los consejos que he ido recibiendo sobre el tema, me controlo un poco mejor. La primera tarde sólo estallé una vez. Daniel saltaba cual cabra montesa alrededor del hermano, al que estaba vistiendo después del baño. Ya había evitado un par de catástrofes y le había pedido de mil maneras que tuviera cuidado y que no jugara tan cerca del bebé, pero daba igual lo que hiciera, el peque volvía a aparecer por ahí. El caso es que estaba jugando con un desodorante y al final pasó lo inevitable. Se tropezó y le dió en toda la cocorota al hermano. ¡Vaya si grité! Me debieron oir todos los vecinos y parte del extranjero. Menos mal que al fina nos reconciliamos. Pobre Iván. Lo que tiene que aguantar de su hermano mayor. Ya le he dicho que no vale llenarlo de besos y abrazos después de los "accidentes".

La segunda tarde grité más, lo reconozco. Iván estaba malucho y no pegó ojo (ni yo tampoco). Hacia las cuatro de la madrugada vomitó en su cuna y en mi cama. ¡La que me montó! Me paré a pensar un poco antes de dejarme llevar por le pánico. Prioridades. Primero hay que limpiar al bebé, luego adecentamos la cuna, una vez instalado el chiquitín toca la cama y finalmente yo. Ya podía poner la lavadora. Esataba a tope. El chiquitín no tardó en dormirse profundamente. Después de echar todas esas flemas se quedó muy a gustito. Que pena que fuera justo a la hora que tenía que levantarme para ir a la oficina.

Y hoy ha sido la peor noche de todas. Iván se ha negado a dormirse. Otra vez tos, mocos y flemas. Lo mismo, pero con una mamá infinitamente más cansada. Cuando por fin he conseguido que cerrara los ojos yo estaba agotada y me fui a la cama sin cenar. Menos mal que ya viene Raúl, esta misma noche, tarde, pero está aquí para llevar mañana a los peques a la guardería.

He intentado mantener ocupado al mayor de mis niños. He quedado con unas amigas para que juegue con sus hijos, le hice una masa con agua y harina y le di toppings y las herramientas de la plasitlina para que jugara, hemos cocinado, coloreado... Todo esto intentado no desatender al pequeño de los dos: cantándole, haciéndole cosquillas y caricias, dándoles besitos, dejando que me tirara del pelo y experimentara dolorosamente con mi rostro...

Resultado: necesito un descanso. Esto es muy difícil. ¿Cuando empiezan a jugar solos de verdad?

2 comentarios:

  1. Espero que el papá ya esté en casa y la situación sea más amena.

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  2. Ya está aquí. Muchas gracias. Ha llegado mi tercer niño jajaja

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