El día que leímos El lobo hace huelga, hice la actividad de la torre con Daniel porque Iván estaba un poco mohino y el pequeño se enfadó mucho porque aseguraba que no le habíamos avisado. Nada más lejos de la realidad. Le pregunté tres veces si quería unirse a nosotros y sólo conseguí bufidos por respuesta.
Cuando dejé al mayor haciendo sus figuritas de Minecraft tan feliz, me fui directa a ver al pequeño. Estaba muuuuy triiiste porque no le habíamos avisado y él quería hacer la torre. La cosa ya no tenía solución porque no teníamos más plastilina y no iba a quitársela a uno para darle el gusto al otro, así que me armé de paciencia y le propuse al peque jugar yo con él a lo que quisiera. "No seeee" aulló inconsolable. Hicimos un tour entre los juguetes que tiene y ninguno parecía convencerle.
Hasta que rescaté la caja con los muñecos de animales de debajo de su cama. "¿Hacemos un zoo como el día que fuiste a casa de tu amigo?" le propuse. Enseguida le brillaron los ojitos y se prestó a organizar su zoo. Por un lado puso a los animales peligrosos terrestres, por otro los inofensivos del mismo medio, por otro los peligrosos marinos y por otro los no peligrosos tipo agua.
Entusiasmado me pidió que fuera a buscar visitantes. Corrí a por Daniel y Raúl se prestaron enseguida a su papel de exploradores del zoo. Aunque Daniel enseguida lo cambió por el de investigador de arañas ultravenenosas. Al final organizó una lucha encarnizada entre todos los sujetos de su investigación y se quedó sólo con la superviviente. A mí eso no me pareció muy científico, pero no me molesté ni en comentárselo porque ya no quería más niños ofendidos.
Por su parte, Iván se sentó a dibujar unas entradas para el espectáculo del zoo con dibujos de camellos. Le quedaron impresionantes. Cuando las tuvo hechas nos invitó a todos al espectáculos. Yo pensaba que haría algo estilo acrobacias y magia, pero no. Siguió el ejemplo de su hermano y nos ofreció todo tipo de encarnizadas luchas. He de decir que el simpático conejito se las traía y se cargó a búfalos, leopardos... incluso un dragón. Yo estaba sobrecogida, pero mis niños estaban muertos de la risa, así que volví a optar por seguirles el juego en contra de mi opinión de cómo deberían ser los espectáculos de un zoo. cuando se acababa un combate me tocaba a mí curar a los pobres animalitos (y mimarlos, según palabras del peque).
El espectáculo duró muchísimo y yo ya me estaba cansando de tantos ataques, golpes, lanzamientos... Menos mal que llegó la hora de comer y tuve excusa para levantar el campamento. Aún así, el peque nos anunció que prepararían la segunda parte para después de comer. Ainsss.
Mos hijos me dejan la habitación de una manera similar con todos los muñequitos!! Menos mal que a la hora de guardar les encanta aunque compiten a ver quien guarda más cosas pero bueno jajajjaa
ResponderEliminarBesos!!
Que suerte!! A estos les cuesta ña vida eso de recoger ;)
EliminarJa, ja todas lo hemos pasado y yo recuerdo mi niñez disfrutando.
ResponderEliminarGracias por compartir.
Gracias a ti por pasarte. La niñez es una época preciosa llena de imaginación
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