Una noche, estábamos cenando, cuando Iván soltó de repente: "Molaría que hubiera una máquina que te diera la comida que quisieras. Le dices ¡quiero chuches! y te las da", le contesté que molaría muchísimo y que una máquina como esa sale en la serie de Star Trek. "Ualaaaa", gritó encantado, "yo quiero unaaaa". Le tuve que aclarar que no existe y que esa serie era fantasía total. "Lo que sí existe", proseguí, "es una máquina que, si haces un diseño en tres dimensiones, te imprime en plástico lo que quieras: juguetes, llaves, muebles...". Eso captó la atención de mis churumbeles inmediatamente.
"Yo quiero una", aseguró Daniel, con Iván apoyando la moción.
"¡Pero si no sabéis diseñar en tres dimensiones!" objeté. Pero mi niño mayor me aseguró que eso estaba chupado. "A ver. Dame papel, lápiz y goma y vas a ver como te dibujo en tres dimensiones". Muerta de curiosidad le facilité todo lo que me pidió y le vi trabajar muy decidido. No nos dejó acercarnos para que el resultado fuera sorpresa. Y sí que fue una sorpresa. Me dejó alucinada. Había dibujado tres cuadrados enlazados por una esquina, tres círculos y tres rectángulos con el mismo sistema y se había quedado tan pancho. "¿Tú sabes dibujar en tres dimensiones?", me preguntó.
Cogí el lápiz asegurando que sí y le dibujé un cubo, una esfera y un rectángulo con fondo. Lo observó durante un buen rato farfullando cosas como "mmmm.. ajá, ajá... ya veo..." y luego me lo devolvió tan feliz asegurando que le gustabn más sus figuras. Y a mí también le secundé divertida.
Entonces, Iván, que hasta ahora lo había observado todo con gran interés, me pidió otro folio y aseguró que iba a hacer un gato en tres dimensiones para imprimir muchísimos. En su papel dibujó un gato a base de cuadrados, otro a base de rectángulos y otro a base de círculos. "Ya está mamá. ¿Cuando los vas a imprimir?". No me quedó más remedio que explicarles que en papel no valía. Que tenía que ser con un programa de ordenador y que para saber usarlo tenían que estudiar mucho. Creo que fue ahí cuando perdieron todo el interés. ¡Que chicos!
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