Los bebés son muy complicados. Nunca sabes que es lo que tienen. Y eso causa una honda preocupación. Tan grande que muchas veces te preguntas si todo va bien aunque no llore. ¿Comerá lo suficiente? A lo mejor le doy demasiada leche. Está un poco gordo. Hoy le encuentro en los huesillos. Uf, le cuesta mucho dormir. Eso es malísimo para la salud del bebé. Y ahora se ha quedado tan dormido que no es normal. ¿Respira? Voy a comprobarlo. Parece que está un poco demasiado caliente. Uy, que fría tiene la piel. Y para qué seguir.
Una de las peores dudas tiene que ver con la meteorología. ¿Tiene frío? ¿calor? ¿le tapo? ¿no le tapo? Dudas dudas. Espero que no se coja un resfriado. A lo peor ya se lo ha cogido. El caso es que estornuda...
Menos mal que mi marido tiene una paciencia infinita y siempre tiene una respuesta tranquilizadora: "Está bien". Claro que, como la repite tanto, a veces la mami no se fía de su palabra y recae en la honda preocupación. Creo que a partir del 25 de septiembre en adelante no voy a conocer la paz.
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