Una amiga me dio una consejo buenísimo. Dale de mamar (o biberón) cuando el avión despegue y aterrice, así no se le taponarán los oídos por la presión. Gracias Katy. A pesar de ser chicharrera eres un sol (es bromaaaaaa).
El viaje fue increiblemente bueno. Me ayudaron muchísimo. Aunque el control fue un rollo de pasar ya que hay que desmontar el carrito pasarlo por los rayos X. Quitarse las botas. El bebé hay que llevarlo en brazos por el detector. Y luego volver a montarlo todo. Si no te ayudan es imposible.
Yo en cuanto podía le soltaba el niño al que me ofrecía una mano. Y casi todos encantados de cogerlo y hacerle mimitos, porque, la verdad, es que se portó estupendamente.
Encima no hubo retrasos. El avión llegó incluso antes de su hora. Al llegar me vi en un problemilla con la mochila, la bolsa, la maletita del niño y el bebé en brazos, porque Iberia me dio el carrito por la cinta. Así que tuve que salir a buscar a mi herman y soltarle el niño sin contemplaciones. La pobre se vio de repente con Daniel en brazos y sin saber que hacer. Silvia no es muy niñera. Pero cuando salí con el carrito me los encontré tan amigos. Desde entonces se quieren muchísimo. Hasta se lo llevó a un centro comercial con una amiga un día. Y yo me quedé en casa mordiéndome las uñas hasta que volvió. Es que no se puede ser una mami histérica como yo.
El niño durmió todo el viaje en avión y se portó como un angelito. Fue una experiencia alentadora. Qué fácil me pareció viajar con mi niño.
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