Hacía ya mucho tiempo que Raúl me había comentado que quería ver una exposición en el Recinto Ferial de la Casa de Campo. Se llama "La Aventura del Espacio" y consiste en ver cacharros espaciales y empaparse de ese tramo de la historia Estadounidense a través de información y objetos prestados por la NASA. Me pareció muy interesante. Nada más decírmelo le pregunté si le podía gustar a un niño de menos de tres años. "¡Seguro!" me contestó animado. Por fin este fin de semana llegó su ansiado momento. Daniel iba entusiasmado y con muchas ganas de ver cohetes espaciales y naves siderales.
La exposición no le defraudó. La primera sala no le hizo mucho tilín, aunque era muy bonita, pero demasiado centrada en la historia. Poco para niños pequeños, pero en la segunda se quedó muchísimo tiempo delante del robot recogedor de muestras. Cuando vio el "tractor" espacial no cabía en sí de gozo.
La cosa mejoraba a medida que nos adentrábamos en las salas. Cada vez nos encontrábamos con objetos más interesantes a ojos de mi pequeño.
El evento no estaba preparado para estos pequeños visitantes. Para empezar no se podía tocar nada. Eso para un niño que lo primero que dijo cuando le expusimos la idea era que si se podía montar en el cohete era casi como una tortura. Se llevó algunas regañinas suaves de las personas de seguridad y una bronca tremenda de su madre, pero se fue con algún que otro recuerdo táctil.
En el recinto había una horrible escalera que tuvimos que salvar con el carrito de Iván. Daniel nos esperaba obediente en cada tramo. La verdad es que me sirprendió lo bien que se portó en general. Teniendo en cuenta las circunstancias, así que a la salida le compré un premio en la tienda de regalos. En realidad dos, porque no se decidía. En primer lugar se tiró de cabeza a un casco espacial carísimo, pero le quité la idea de la cabeza. Lo sustituimos por una gorra de astronauta. Un poco más adelante se topó con unas figuras de goma de cohetes, lanzaderas y astronautas. Era una tentación demasiado grande. Yo le quería comprar una nave un poco grande, pero él se empeñó en un pack de pequeñas figuras (Un cohete, una lanzadera y dos astronautas). Le gustaron tanto que acabé por ceder.
A Iván, que también se había portado bien (No había despegado el ojillo en todo el recorrido) le cayó un osito de peluche astronauta.
Nada más salir se nos despertó el bebé e hicimos una paradita técnica para darle el biberón. En ese momento Daniel, no sabemos si por cansancio o por gusto, le dio una perreta tremenda, que se acabó tan inesperadamente como comenzó. Se empeñó en que quería ir solito por la calle y que nos teníamos que ir. LLoraba desconsoladamente y nos decía que no a todo, a los premios, a un deliciosa galleta de chocolate, a ver el lago... De repente se enjugó las lágrimas y dijo "¿Chocklate?". Así terminó el berrinche.
Cuando Iván terminó de comer nos fuimos los cuatro a ver el gran chorro del Lago.
Que buen dia!!! El tate (chocolate para Abril) suele aliviar todas las penas!! jajaj Un besito
ResponderEliminarEstos niños son unos golosones jeje
ResponderEliminar¡Qué chuli! Me alegro que pasárais tan buen día!
ResponderEliminarYo estuve hace unos años en el Space Kenedy Center, de Cabo Cañaveral (USA) y la verdad es que me impresionó muchísimo. Recuerdo que había muchos padres con niños que casi se dieron la vuelta al poco de entrar porque no era un sitio acondicionado para niños. Imagino que esto, será más o menos parecido. Curioso de ver pero con mucha precaución con los nenes.
Por cierto, Iván está tremendo! me alegra mucho verle tan bien y tan guapísimo :-)
¡Que envidia! Me encantaría visitarlo. Tiene muy buena pinta. Hay sitios que no están preparados para ir con niños. Yo me imaginaba que esta exposición no era para pequeñines, pero mi marido quería verla y pensé que sería interesante.
ResponderEliminar¡Qué padrísimo! nomás de leer se me antojó un montón visitarla, claro que lo haré sólo virtualmente... :D
ResponderEliminarchulisimo!!
ResponderEliminarQue chulo, me lo apunto para otro dia!!!
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