miércoles, 18 de abril de 2012

La canguro

Otra vez con Raúl de viaje y ahora la cosa se complica. Mi suegra ha pasado un invierno para olvidar: si no era un constipado, era un resfriado y si no la alergia (que le vino con la entrada de la primavera). Así que no tiene el cuerpo como para hacerse cargo de dos pequeñines. No ha quedado más remedio que buscar una canguro ocasional. Es un tema muy difícil porque no puede ser cualquiera. La persona a buscar tenía que ser de confianza, conocida, cariñosa, amable, que le gusten los niños, con experiencia reciente, dispuesta a venir a mi casa a las cinco y media de la madrugada... ¡Vamos! Casi nada. Pues la he encontrado. una vecina caída del cielo. Desde que me vio por primera vez en la escalera del edificio se ofreció para cuidar a Daniel siempre que yo lo necesitara. Me repitió la oferta mil veces. incluso se entristecía porque no la necesitara.

Como siempre, hay una historia detrás. La buena señora tiene una hija en Italia con tres hijas pequeñas y un bebé en camino. Cuando me ve a mí piensa en ella y le entran unas ganas terribles de ayudarme porque espera quecerca de su hija haya otra persona como ella. Además, es muy católica y está segura de que todo el bien que haga redunda en la felcidad de sus hijos. No trabaja y vive por y para el prójimo. Ayuda gratis con labores administrativas y de organización en una parroquia. ¡Que más puedo pedir! Es perfecta.

Aún así, duele dejar a los niños en manos extrañas. No creo que Iván note mucha diferencia, pero Daniel ya es mayor puede extrañar.

El miércoles libré en el trabajo por hacer el fin de semana, así que invité a Susana, que así se llama esta persona tan maravillosa, a venir a mi casa de buena mañana para seguirme en la rutina mañanera y aprender donde están las cosas y cómo me desenvuelvo. Ella se empeñó en hacerlo todo mientras yo miraba y los pequeñines cooperaron estupendamente. Llegamos a la guardería sin ningún percance y le presenté a las profesoras.

Me sentí un poquito más tranquila. El jueves iba a ser su primer día de trabajo de verdad. Vino a las cinco y venticinco y se despidió de mi alegremente. Yo me fui a trabajar hundida. No pude concentrarme hasta que llamé a Susana para saber cómo le había ido. Según ella tengo a los niños más educados y encantadores del mundo (¿Seguro que hablamos de mis montruitos?). Me dijo que no había tenido ningún problema, a excepción de un pañal sucio a última hora que simplemente retrasó un poco la marcha.

Otra versión me dio mi portera, que me contó que tuvo que sobornar a Daniel con una chocolatina para que saliera del ascensor.¡Ay! Este niñoooo...

3 comentarios:

  1. Esa señora te ha caído del cielo! Que suerte!
    No es fácil dejar a los niños en manos de otras personas, no sabemos com será todo en nuestra ausencia. Espero que se adapten bien y que te sea de gran ayuda.

    ResponderEliminar
  2. Es maravillosa. Una señora encantadora. Caída del cielo, nunca lo hubiera dicho mejor.

    ResponderEliminar
  3. que bien!!!d verdad es una suerte contar con alguien asi

    ResponderEliminar

Me encanta saber lo que piensas.