Burgos al sol

Cómo fuimos cuatro días al pueblo, aprovechamos para darnos una salto a Burgos. Elegimos el viernes porque pensamos que los Museos que queríamos ver estarían menos masificados y la verdad es que no encontramos mucha gente y los visitamos muy cómodamente.

Nos pilló un día increíble. Hacía mucho frío, pero también brillaba una sol esplendoroso y daban ganas de pasear sin rumbo por esta preciosa ciudad. Más bonita todavía invadida por el espíritu de la Navidad.

Los pequeños no paraban de dar saltos y de correr de un lado para otro. Afortunadamente, esta ciudad cuenta con amplias avenidas y lugares maravillosos para que los niños jueguen a gusto.

Encima se llevaron una maravillosa sorpresa al encontrarse atracciones en una de las plazas. Enseguida nos miraron con ojos de Bambi y a ver quien se niega. Estábamos más que dispuestos a que nos sablaran lo que quisieran, pero el precio por ticket no era nada exagerado. Acostumbrada a los dos euros y medios, tres, e incluso cuatro de las ferias en fiestas, el euro que nos cobraron por barba nos pareció tirado.

Y sus risas y ojos brillantes no tienen precio. Se lo pasaron bomba en la pequeña noria y en el tren navideño. Daniel no dejaba de exclamar: "¡Hoy es el mejor día de mi vida!". La gente se reía escuchándole porque su alegría era contagiosa.

La verdad es que disfrutó muchísimo de los museos, los paseos, de comer fuera... Y su hermano también disfrutó de lo lindo. Fue un día muy completo y divertido para todos.