Nada más llegar a la casa de Covarrubias los peques entraron en tromba al patio trasero y se lo encontraron lleno de hojas otoñales. Enseguida se pusieron a jugar con ellas. En esas estábamos cuando a Daniel se le ocurrió un genial idea: "¡Vamos a hacer una montaña de hojas!" exclamó entusiasmado. Su hermano enseguida se sumó al juego, que nos venía de perlas, porque, de todas formas, había que recogerlas para limpiarlo.
Enseguida recopilé los rastrillos que llevamos cuando vamos al río y una carretilla de juguete que tienen en el desván. Fue suficiente para ponernos en marcha. Los peques se lo pasaron pipa formando el montoncito de hojas. Aunque el papá nos ganó por goleada cuando sacó el rastrillo de jardinero de verdad y limpió medio patio el solito en un plis.
Me encanta verles jugar así. Ellos se divierten y, a la vez, nos ayudan. ¡Todo en uno!
¿Y...? ¿qué pasó luego? ¿El montón de hojas se convirtió en un monstruo con rayos lanza orugas? ¡¡No nos dejes con las dudas!! ¿Tus peques pudieron salvar el jardín de nuevo?
ResponderEliminarEs fantástico cuando tornamos las actividades a algo entretenido y si encima es educativo, ya es maravilloso.
¡Un muackiles a tus jardineros que se lo han ganado!
A final quisieron revolcarse en el montón de hojas y volver a poner todo hecho un asco tal y como estaba cuando llegamos jajaja
EliminarPero no se lo permitimos. Uuuuy, que padres más aburridos y malvados somos ;)
Seguro que si les dices que te ayuden a hacerlo se niegan pero como el juego estaba guay jejeje
ResponderEliminarBesos
No lo dudes jajaja
EliminarBesazos!!
Eso se llama trabajo en equipo! :D
ResponderEliminarP.D. Vaya patio más chulo q teneis :)
La casa es de la abuela de Raúl y es muy bonita. Ideal para que jueguen los peques :D
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