Espadas de papel

Estábamos en el parque pasando una jornada muy tranquila, aunque parezca extraño, cuando se presentó un amigo de Daniel. En la mano portaba algo que me llamó mucho la atención: una preciosa espada hecha con papel. Me tenía tan fascinada que le pregunté cómo la había hecho sin cortarme un pelo.

El peque me contó con todo lujo de detalles el proceso, muy orgulloso de ser el centro de atención. La mecánica era muy fácil, así que me arranqué a hacerles sendas espadas a mis peques en cuanto llegué a casa. No tiene misterio, pero se precisa un poquito de concentración y paciencia, dos virtudes de las que carecían mis dos churumbeles tras una sesión bestiajo festiva en el parque.

Así que las hice yo bajo su atenta e interesada mirada. Estoy seguro de que un día se arrancarán ellos a hacerlas, porque se pueden hacer lanzas, puñales... y un sinfín de armas como para montar una ejército con todo el papel que tenemos en sucio.

Para comenzar nuestra espada sólo tenemos que hacer un rulito fino y puntiagudo con el primer folio y pegarlo con celo para que no se desenrolle. Luego sólo queda ir superponiendo rulitos sobre ese según el largo y resistencia que queramos. Cuando acabamos forramos lo que tenemos con cinta de embalar.

Para la empuñadura sólo tenemos que doblar otro folio en tercios, hacerle un agujero en cada extremo e insertar nuestra hoja de espada en esos agujeros dejando una figura en arco. Ponemos la empuñadura a la distancia que mejor nos cuadre y la pegamos y forramos con celo o cinta de embalar.

¡Y ya tenemos unas espadas geniales con las que inventarnos mil duelos y batallas! A mis peques les han encantado. Y están resistiendo muy bien sus envites que no es poco. Ahora quieren lanzas. Buuuf. Esas que las hagan ellos.