Mis peques llevaban muchísimos días pidiéndome que acabáramos el proyecto de figuras en 3D que comenzó Daniel con unas ilustraciones muy graciosas. Nunca veía tiempo para hacerlo, pero sacando de donde no había conseguí medio preparar la actividad. Al imprimir las figuras geométricas se nos acabó la tinta así que sólo obtuvimos una de cada clase y gracias: Prismas, pirámides, cubos, dodecaedros... Había de todo.
Estaba segura de que mis hijos iban a ser felices en cuanto les contara que por fin iban a tener las figuras 3 D para construir cosas con ellas. Y lo fueron. Se pusieron contentísimos, me pusieron las tijeras en las manos y me animaron a empezar a cortar. Le dije que ellos también podían cortar porque teníamos tres tijeras, pero el mayor alegó que si se equivocaba podía cortar una pestañita y sería el desastre total. Está bien, yo recortaría, pero ellos tendrían que colorearlas.
"¿Qué? ¿Cómo? ¿Colorear? Ni que fueran bebés. Hombre, mamá. Cómo se te ocurre". Así que me vi recorta que te recortarás observada por un par de ojitos que perdían el interés a ojos vistas. Así que metí la quinta para terminar lo antes posible aunque fuera a lo cutre.
"¡Hala! ya está, ahora a pegarlas".
"Joooo, mamiii, que difícil... Se me han pegado los dedos... Se esta chafandooooo..."
"Vale, vale. Ya lo hago yo gruarl". Cogí el pegamento la primera figura y fue justo el momento en que se levantaron los dos a la vez.
"Uy, mami tengo que ir al baño", dijo uno. "Y yo a coger una cosa", afirmó el otro. Desaparecieron y nunca más se supo. Aún seguí yo pegando figuras un ratito más hasta que me sentí totalmente estafada. Esto no es ni tiempo en familia ni es nada. Me levanté a buscarles y ambos estaban jugando a su bola tan felices. "¡Pero bueno! ¿No érais vosotros los que queríais las figuras geométricas? ¡Que me las habéis pedido!" Ambos me miraron muy serios. El mayor fue el que tomó la palabra que para eso es el que tiene más labia. "Jo mami. No nos has entendido. Nosotros queríamos que las figuras las hicieras tú y luego las pegábamos nosotros".
"Pero que morroooooo", monté en cólera. Los dos me miraron con ojos de bambi, pero yo me negué a seguir hasta que no se vinieran los dos conmigo. "Es que nos aburrimos mirándoteeee" gimió el pequeño. "¡Pues hacedlo vosotros!" Pero no les convencí. Menos mal que tenían tres figuras ya montadas y se pusieron a jugar con ellas. A la vez que las iba montando se la iba entregando para que hicieran sus construcciones. Cuando acabé me preguntaron cómo podían pegarlas entre ellas para hacer las estatuas de sus dibujos. Para empezar no habían suficientes para lo que querían, así que les dije que no se me ocurría nada y que una menda se iba a recoger un poco la casa, que ya había perdido demasiado el tiempo en una actividad que de familiar tenía poco.
Por la noche se lo comenté a mi marido que me miraba meneando la cabeza. Cuando acabé mi queja me explicó su sincera opinión. Ellos nos quieren a actividades en familia, ellos quieren mi plena atención y disposición las 24 horas del día. Si consejo: hacerles menos caso. Voy a tener que ponerlo en práctica porque claramente me toman el pelo.
¡¡Como te quieren, mami desesperada!! Aunque a veces hay que darles un poco de menos mami... porque te torean y saben tus puntos débiles.
ResponderEliminar¡Un muackiles!
Me torean claramente ainsss
EliminarPero como estoy en una época de mucho curro y muchas tardes trabajando fuera de casa y ellos con el papi, a veces me dejo torear ;)
jejejeje vaya bichos! bueno... ellos son así, aunque te quieren un montón! Suerte para la próxima!
ResponderEliminarY yo a ellos. Muchísimo, pero no voy a dejar que se aprovechen de eso jajaja
EliminarLa verdad es que sí te vacilan bastante, sí... Jajajaja. Qué cracks. Besotes!!!
ResponderEliminarO que toli yo ;)
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