Daniel se portó bastante bien con la pediatra. Y eso que tuvo un despertar horrible. Del calorcito del pijamita, el abrigo y las mantitas pasó a estar en cueros. Os puedo asegurar que no le hizo ni pizca de gracia. Aún así se dejó estirar, encoger, revisar, mover, medir y pesar sin poner mucho impedimento.
En la visita anterior la pediatra comentó que Daniel era un poco rabiosillo y en esta me dijo que era bastante brutito. Como siempre, no me dicen nada que yo ya no sepa.
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