lunes, 19 de marzo de 2012

El día del padre

Mi niño mayor salió el viernes de clase muy emocionado y con un paquete azul en las manos. "Regalo papá" exclamó dando saltitos. "Abrir" añadió y se dispuso a rasgar el papel con mucho ahinco. Menos mal que le paré a tiempo. Le expliqué que el regalo de papá lo tenía que abrir papá. Asumió que no le iba a dejar terminar lo que había empezado y se puso a buscar a su padre como un desesperado.

Afortunadamente su progenitor no estaba lejos. Estaba esperándome en el coche listo para salir pitando hacia Elda. "Papá. papá, abrir" chillo mi chiquitín en cuanto llegó a su lado. Mi marido recogió el paquete y el beso de su hijo muy feliz, pero el gozo de Daniel se vió abocado a un pozo porque el cabeza de familia le ató a la silla del coche prometiendo abrir el paquete en cuanto llegáramos a nuestro destino.

Por supuesto, ni el niño ni yo resistimos tan larga espera y en la parada que hicimos para cenar le acosamos hasta que por fin le convencimos. Era un precioso vaso para los lápices. Lo había hecho con un rollo de papel higiénico, masa de modelar, pegatinas... Venía con una par de lápices de esos que son la mitad azules y la mitad rojos en el interior. Una monada. Nos encantó.

"¿Regalo de papá mío?" me preguntó el chiquitín. "¿Todo es mío?" Prosiguió. Eché un jarro de agua fría a sus esperanzas. No, todo no es suyo. Y el regalo de papá era de papá porque él se lo había regalado, pero podía usarlo cuando quisiera. No se lo tuve que repetir dos veces. En un pis pas se había hecho con los lápices y estaba dibujando en un papel.

 El regalo estuvo guardando mientras estuvimos en casa de mis abuelos. Cuando lo saqué una vez ya en Madrid estaba un poco tocado. Me dio mucha pena. Lo hemos puesto en el escritorio. ¿Dónde si no?

Al regreso a mi marido le esperaba otra sorpresa. Este año no he tenido tiempo de hacer nada personalizado, así que le compré una lamparita de leds de esas que sirven para leer, teclear en el ordenador, e iluminar el camino. Se puede enganchar incluso del cuello. Es un detallito tonto, pero es que da rabia gastarme el pastón en un día comercial. Se lo dió Daniel, al que también le gustó mucho. En cuanto pudo hacerse con ella se puso a jugar tan contento.

1 comentario:

  1. que chuli un lapicero jejej y lo mejor echo con sus manitas,la lampara muy util

    ResponderEliminar

Me encanta saber lo que piensas.