Daniel llevaba meses pidiendo ir a ver la nieve, así que cuando nos enteramos de que había caído una buena en la sierra nos preparamos para hacer una excursión. El día antes nos pasamos por le Decathlon a ver si veíamos algo interesante y a buen precio. Con las Navidades tan cerca los precios estaban por las nubes, pero conseguimos unas botas de nieve para nuestros retoños a doce euros que tenían muy buena pinta. Para sólo un día no queríamos gastarnos el pastón, así que no cayó nada más en nuestra bolsa.
Nuestro peque estaba emocionado con la perspectiva de la excursión y le costó un poco irse a dormir, pero la final llegó la mañana siguiente (con mala noche a mis espaldas para no variar). Entre preparar comida, agua, cambios, niños, etc, etc se nos fue un montón de tiempo y al final llegamos al lugar elegido a las diez y media tras chuparnos el esperable atasco.
Hacía un día tan maravilloso y soleado que no podíamos esperar que no acudiera un aluvión de gente con nuestro mismo plan. En realidad, fuimos más lejos de lo que habíamos previsto porque nuestro lugar elegido estaba precioso, pero sin nieve.
Una vez en lo más alto de lo más alto, con blanca nieve alrededor, nos dispusimos a realizar una misión imposible: encontrar aparcamiento. Los conductores iban aparcando en el carril de la derecha en orden de llegada y así nos pasó a todos, que cuando volvimos para regresar nos esperaba una suculenta multita.
Pero centrándonos en la parte buena del asunto, los niños estaban emocionados. Raúl y yo decidimos desembolsar la friolera de veinte eurazos para adquirir un trineo de plástico para los dos. Bien calentitos en nuestros abrigos nos tiramos de cabeza a la nieve... que resultó ser puro hielo de los pisada y repisada que estaba. Para el trineo vino de lujo, pero para la guerra de bolas de nieve y el muñeco hubo que añejarse un poco más y picar la capa de hielo hasta llegar a la nieve blanda. Lo llevo a saber y llevo el kit del parque de cubos, palas y rastrillos. La famili de al lado estaba haciendo un iglú bien chulo, aunque sin techo y nosotros nos propusimos hacer lo mismo. Cuando ya llevábamos la mitad la familia abandonó el suyo y nos lo cedió amablemente. Así que Daniel pudo jugar en él a sus anchas.
El peque se lo estaba pasando genial, sobre todo con el trineo. Iván también se lo pasó bien tirándose con su padre en el carísimo pedazo de plástico, ayudando a su hermano a "montar el muñeco de nieve, investigando en la nieve.... y, lo mejor de todo, ayudando a su hermano de destrozar el muñeco de nieve, pero no lo disfrutó tanto. Se sentía un poco agobiado porque se resbalaba todo el tiempo y el mono de nieve que llevaba puesto debía ser una tanto incómodo. Cuando se cansó de poner y quitar la cara del muñeco de nieve cien veces decidí que era hora de que se fuera a comer.
Justo en ese momento un helicóptero de salvamento romó tierra ante nuestras propias narices. Daniel estaba encantado. Espero que la emergencia no fuera muy grave.
Entramos en el refugio de la estación de esquí y pedimos caldo para los adultos, Cola Cao para Daniel y patatas fritas y un pincho de tortilla para todo. Iván se puso las botas con el puré, las patatas, la tortilla y todo lo que caía en sus manos.
Raúl y Daniel estaban más que dispuestos a volver a las pistas de trineo, pero mamás les llamó al orden. El único que realmente iba preparado para la nieve era Iván. El resto teníamos los pantalones empapados. A Daniel le habíamos traído recambio, así que fue todo el viaje durmiendo a gusto y calentito, pero mamá y papá se pasaron la hora y media de vuelta con los pies fríos.
Qué bonito! hace mucho tiempo ya que no veo la nieve.. :) además con ese sol provoca!
ResponderEliminarNos hizo un día estupendo. Así estaba el sitio de gente jaja
EliminarQué envidia!!
ResponderEliminarYo este año llevo a los míos fijo. Una de las cosas que más echo de menos de Pamplona es aquellas mañanas en las que te despertabas y todo estaba nevado. A ver si estas Navidades tenemos suerte y nos cae una buena...
Con lo amable que está siendo el invierno no aparenta, pero igual nos da una sorpresa y tenemos navidades blancas :D
Eliminar¿Qué excursión tan divertida!
ResponderEliminarYo fui una vez y lo de los atascos es horrible, no puedo con Madrid por eso jajajaj pero mereció la pena por hacer algo diferente y que los peques, y adultos, se lo pasaran en grande.
Besitos
Todo tiene su lado malo y su lado bueno. A Raúl y a mí nos daba mucha pereza el atascazo que sabíamos que nos íbamos a encontrar, pero era el precio a pagar para que los peques jugaran con la nieve tan contentos.
EliminarOhh yo quiero ir, yo quiero ir jajaj es Navacerrada supongo no??
ResponderEliminarTengo que hacerme con un mono "baratito" para el niño, que nosotros si tenemos ropa de nieve.. el tambien esta deseando subir a ver la nieve..
Un besote
Síiii. Es Navacerrada. Y nos encantó!! Aunque está bastante masificada.
EliminarEn cuanto al mono, nosotros fuimos al Decathlon, pero a lo mejor después de navidades encuentras mejores precios porque a mí me pareció todo carísimo.
Me encanta la penúltima foto... estáis guapisimos los tres!!! que envidia de la sana jejejeje.
ResponderEliminarBesotes.
Muchas gracias!!! A qué esperas para ir a jugar con la nieve. Si lo estás deseando :D
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