Es curioso como cambian las cosas con el tiempo. Antes los bebés no necesitaban tantas cosas como nos empeñamos en comprarles hoy en día.
No armaba un estado de excepción en su propia casa con un completo sistema de medidas de seguridad estratégicamente colocado cubriendo cada posible peligro que aceche al bebé. Que si historias para que no pueda abrir los cajones, otras para que no se pille los dedos con las puertas, no nos olvidemos de tapar los enchufes, una barrera en la vitro para que no le salte el aceite en su cabecita (cuando lo mejor es no dejarle pasearse a su antojo por la cocina), productos para suavizar las esquinas... y un millón de cosas más.
Muchas veces vamos al parque, le rodeo de juguetes y él va directo a por la hojita más grande que ve en el suelo. Y ahí puede estar un buen rato, contemplándola y moviéndola con su manita.
Si es que las cosas han cambiado un montón. Y hay que admitir que en muchas cosas hemos mejorado en el cuidado del bebé. Por ejemplo: ¡Viva los pañales desechables!
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