Que pereza me da lo políticamente correcto. Un viernes voy a recoger a Danielillo y me dice una de las chicas que lo cuidan que tiene el culito fatal. "Pañalitis aguda", pensé yo, "Esto es de lo dientes, que le hacen babear y esas babas son muy ácidas...". Así estaba yo sumida en mis pensamientos sobre el culo de mi hijo cuando noto cierta vacilación en mi interlocutora. "En realidad, lo que tiene muy mal es la colita. Fatal. Hinchada, roja". No faltó añadir nada más. Salí corriendo al pediatra sin tener hora. Una vez allí me tocó esperar un poco, pero en estas fechas veraniegas y encima en viernes no tuve ningún problema en que me atendieran. Una vez dentro, la pediatra me miró a los ojos y me preguntó: "Qué tiene el niño!". "El pene. Lo tiene hinchado, rojo, fatal". La médico acusó el golpe con un parpadeo inusual. "¿El qué?". "El pene, la colita". "¡Ah! La colita". Entonces fue cuando me di cuenta. Cuando se habla de bebés lo políticamente correcto debe ser hablar de colitas. Menos mal que no me dió por decir el órgano reproductor masculino, porque entonces sí que la descoloco del todo.
"En realidad no se la he visto, me lo han dicho en la guardería. Vengo directamente de allí" añadí. "¡Ah! que no se lo ha visto. Pues habérselo visto, mujer". Esta doctora empezaba a hincharme las narices un poquito. Pues no quería que le abriera el pañal a mi hijo en plena calle para observar detenidamente sus partes pudendas. Yo... y todo el que pasara por allí.
Tumbó a mi hijo y le abrió el pañal. El pene estaba realmente rojo e hinchado. "Uf, sí que está mál" se me escapó. La pediatra se me quedó mirando un ratito"¿Usted cree que está mal?". Ya no me pude contener y le solté un "¡Y yo que sé! Usted es la profesional". Menos mal que no se lo tomó a mal, porque nunca hay que enemistarse con el médico de tu hijo.
Por fin terminó la exploración y le receto (que curioso) un colirio de ojos. La explicación está en que el agujerito del prepucio por donde saldrá el pene en un futuro (si no se presenta la temida fimosis) está muy cerrado y ese líquido anti-infecciones es el único que puede colar por un sitio tan pequeño.
Me faltó tiempo para acudir a la farmacia a adquirirlo y empezar el tratamiento. La farmacéutica es una chica muy agradable y simpática. "¿Otra vez con conjuntivitis?", se interesó. "Pues no. Esta vez es el pene". Un titubeo casi imperceptible. Un silencio un poco demasiado largo. "Sí, pues este colirio que te han mandado le va a venir muy bien". A lo mejor debería a empezar a decir colita.
La portera, que es un encanto y muy cariñosa con el bebé, lo acusó menos, aunque también le chocó un poco que no dulcificara la palabreja. Cómo si esta palabra estuviera por debajo de "colita" en el escalafón del vocabulario español. Hablando del tema con mi marido y mi madre me respondían a "pene" con sinónimos (de Raúl me extrañó un poco). Parece que en cuestión de bebés hay que hablar en otro lenguaje diferente al de los adultos: el guau guau, la colita, el tete... Vamos, lo que para mi es un perro, un pene y una chupa (aunque en la península creo que le llama chupete).
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