En cuanto fija su objetivo no ceja hasta que lo consigue o se le cruce otro jugoso objetivo por delante. Por eso, cuando le quito algo peligroso de las manos intento sustituirlo por otra cosa que pueda ser igual de interesante, pero más inofensiva. El agarra lo que pilla con mucha fuerza y si son dos objetos agarra uno con cada mano y si son tres hace malabares para que no se le caigan. Ya con cuatro empieza a sentirse molesto porque no puede abarcar todo. A veces incluso llora por la impotencia.
En cuanto ve que se ha hecho con sus juguetes suele tener ganas de moverse. Y entonces empieza lo dificil. Se echa a gatear tan contento y a veces los consigue, otras se tropieza con lo que tiene en la mano o se resbala y acaba de morros contra el suelo. Entonces puede que se ponga a llorar o puede que lo vuelva a intentar o simplemente que se siente, siempre agarrado a sus queridos juguetes. Todo un espectáculo.
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