Como no para de moverse a veces le cojo en el último momento, antes de que se meta el tortazo, y le aprieto sin querer para que no se escape y se caiga o le araño sin intención. Y eso que me corto las uñas cada poco para evitar esas situaciónes. Además hay que contar con los arañazos que se hace el mismo, porque cortarle las uñas es casi una misión imposible. Así que le corto una o dos, como mucho tres, de vez en cuando. Como se revuelve mucho me da miedo cortar de más y hacerle daño.
Por mucho que pongo toda mi atención y cuidado en que al niño no le pase nada no puedo evitar los roces y las pequeñas caídas, con su consiguiente marquita en la piel. Es una batalla perdida.
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