Felices y emocionados se los probamos. Al principio parecía muy feliz con los que le había comprado su padre, pero le tiraban mucho hacia arriba y no tardó en sentirse incómodo. Esos los devolvimos, porque, para qué queremos dos. El de mi suegra me convence más porque tiene peto, pero como no se lo queremos poner muy apretado (sobre todo yo no quiero porque parece que le vamos a hacer daño), también se le sube hacia la cara y no hay manera.
jueves, 8 de julio de 2010
Los tirantes
Estaba loca por comprarle los famosos tirantes para que ande y yo poder sujetarle erguida desde las alturas, pero me han decepcionado muchísimo. Están pensados para niños que ya mantengan un poco el equilibrio, no para estas edades que la cabeza siempre tiene que ir por delante y como les pesa un montón acaban a gatas como no los agarres bien.
Raúl me los compró harto de verme sufrir por mis riñones. Y ese mismo día apareció mi suegra con otros. Supongo que también le di pena (como le cuento todas mi cuitas maternales). Mi madre hacía siglos que me recomendaba encarecidamente vía telefónica que los comprara y yo no tenía tiempo de hacerme con uno de esos.
Supongo que tendré que seguir sufriendo por el bien de la capacidad motora de mi hijo hasta que tenga un poco más de equilibrio. Seguiremos probándoselos de vez en cuando hasta que llegue el día feliz en que le sirvan y mis riñones puedan descansar.
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