Este año mis niños han ido a dos fiestas de Halloween y se lo han pasado pipa. No en vano aseguran que esta es su fiesta preferida, a pesar de no ser muy tradicional y ser cosa muy reciente aquí en España. Ellos lo viven muy intensamente.
Afortunadamente, lo he tenido muy fácil para sus disfraces. Andan obsesionados con asesinos psicópatas de pelis que no han visto en su vida pero de las que se comentan en el cole, vete tú a saber por qué: It, Viernes 13, Halloween, Pesadilla en Elm Street... Los típicos malos que dan mucho miedito. Así que cuando vi la máscara de Jason, que es uno de los que más nombran, lo tuve claro. ¡Y sólo costaba un euro! Con ropa vieja ensangrentada con la sangre de pega que compré hará un par de años y unas navajas de broma de esas retráctiles ya estaba todo hecho. Precio total de ambos disfraces: 4 euros.
Es que como nos pongamos a gastas a lo loco en cada fiesta nos vamos a vivir bajo un puente porque ¡vaya gastos! En fin, que les conté la idea del disfraz a los peques y les flipó. El mayor sólo tuvo una objeción: que estaba harto de ir igual que su hermano. El próximo año les visto diferente. Tiene toda la razón. Ésta ya no hubo nada que hacer porque ambos querían ir de Jason.
La primera fiesta a la que fueron fue la del AMPA del colegio. Se lo pasaron genial corriendo de un lado a otro, jugando con los amigos como si no hubiera un mañana y asustandose unos a otros. De lo bien que se lo pasan jugando siempre se pierden el concurso de disfraces y el fallo del jurado del concurso de calabazas, pero les da igual porque ¡que les quiten lo bailao!
La segunda fiesta fue en casa de unas amiguitas que se habían currado la decoración muchísimo. Te ponía los pelos de punta. La merienda era terrorífica, con la infusión de cerebro, los pasteles tumbas, los dedos, ojos... ¡Una pasada! A mis hijos se les salían los ojos. Lo que más les gustó fue un plato de chuches al que cada vez que metías mano se te tiraba un esqueleto.
Lo mejor fue que se pasaron por las casas de algunos vecinos con los que ya habían pactado con anterioridad para pedir chuches. Para ellos fue muy emocionante y se vinieron a casa con un gran botín.
Volvieron a casa agotados de tantas emociones, así que rematamos la noche con una peli que nos gustó mucho y muy apropiada para la ocasión: El alucinante mundo de Norman. En la que se habla de que no debemos fiarnos de las apariencias, del arrepentimiento y de las segundas oportunidades. Y además, te ríes un montón con ciertas escenas. Eso sí, el doblaje es malísimo.
Este Halloween ha sido muy muy halloween jajaja
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