Con este niño nunca se sabe, de repente se duerme siete horas por la noche como una o media. No te puedes hacer ilusiones pensando que ya ha cogido el sueño porque de repente le oyes llorar y te destroza tus expectativas de dormir más de tres horas seguidas.
Encima se suman el destino y la casualidad. El día que duerme siete horas decides quedarte a trabajar o a hacer otras cosas, también urgentes. Con lo que acabas acostándote a las doce y el niño te despierta a las tres de la madrugada como muy tarde. Y el día que decides irte a la cama prontito para aprovechar ya le tienes berreando desde las once o doce.
Es que no hay manera. Todo se confabula para que yo no duerma. Y así tengo este humor de perros todo el día. Y no logro concentrarme. Si antes era despistada ahora ni te cuento. Estoy segura de que las chicas de la guardería creen que cualquier día me dejo el niño.
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