

Mi madre es la señora que me cuida y que puedo mangonear como quiera. Sólo tengo que ponerme a berrear y ya la tengo a mis pies. Últimamente se resiste un poco, pero voy minando su determinación poco a poco y al final la tengo otra vez a mis pies. Cuando me coge le noto falta de fuerza. Le cuesta cada vez más. Y no me sube muy alto.
Mi superpapá se va muchas veces y no vuelve hasta la noche. Seguro que se va a salvar el mundo. Antes de irse y cuando vuelve (si no estoy ya dormido) me hace gracias para que me ría. El otro día se fue a una reunión de doctores (porque, además de ser superpapá, es Doctor en Informática) y le dieron un anillo del poder. Dejó que lo cogiera y todo. ¡Pesaba un montón! Pero yo lo aferré muy fuerte con mis deditos para que no se me cayera. Cuando por fin iba a lograr chupetearlo, me lo quitó. No lloré ni nada, porque con papá casi nunca lloro. Eso lo dejo para cuando estoy con mami.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber lo que piensas.