Pasaba yo por delante de la habitación de Daniel, cuando de repente me lo veo delante del cristal de la ventana tan entretenido. Uy, uy, que estará haciendo este pieza... Cuando está tan silencioso: malo.
Me dejé caer por su lado como quien no quiere la cosa. "Hola guapo, ¿Que haces?" le dije cariñosamente temiéndome lo peor.
"¡Mira mamá, mira1" exclamó señalando el cristal. Yo no veía nada, así que se avino a hacerme un demostración in situ.
Arrimó los morros y... "Mmmmmmmmuuuuacs"... le dió un besazo que ya me gustaría para mí. Con la respiración dejó un cerco de vaho y sus labios impresos. Me miró muy sonriente.
Después de medio segundo de indecisión corrí a por la cámara.
"A ver hijo. Hazlo otra vez que no lo he visto bien" Foto, foto, foto. El chiquillo lo repitió varias veces encantado y riendo a carcajadas cada vez que dejaba la señal de los labios impresa en la ventana,
Bueno, ya la limpiaremos luego. Este momento no tiene precio.
Por supuesto, cuando se cansó del juego, le pedí que los besos me los diera a mí.
Que guapo está!!!! Y maralo que cariñoso!!
ResponderEliminarJajajaja. De pequeña yo también tuve una época en que me daba por darle besos a todo!!! Un beso (pues eso).
ResponderEliminarjajajaj que mono!!!Vaya descubrimiento ha hecho, me encanta. Besitos guapa.
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