Cómo una rosa

Hemos vuelto al pediatra. Iván tenía muchos mocos, tos y legañitas. Antes de que me lo devolvieran de la guardería por tener conjuntivitis decidí adelantarme y acudir a la consulta para que receten algún tratamiento. Esta vez estaba la pediatra, así que el chiquillo estaba "como un rosa". Como siempre que lo mira ella. Le expliqué mi problema con el colegio y despotricando sobre lo pesadas que se pueden poner a veces las profesoras me extendió la receta de una crema.

No comparto su opinión. Entiendo que el chiquillo le pueda pegar la conjuntivitis a otros y hay que prevenir, pero, por otro lado, y egoistamente, que me hagan salir del trabajo cuando el bebé está tan activo y feliz sólo que con alguna legañita de más es una auténtica faena. Y más hoy en día con la que nos está cayendo (crisis, reforma laboral...).

Mientras examinaba al peñajo, Daniel se acercó para "mirar". Cuando lo estaba sujetando para que viera bien el examen médico al que estaban sometiendo a su hermano, se inclinó hacia la doctora y señalando el bolsillo de su bata le preguntó "¿Puedo coger uno?". La pediatra se quedó descolocada. Se estaba refiriendo a los palitos de madera que les da a sus pacientes. "Te doy uno si me dejas que te mire la garganta" le contestó ella muy cuca. Cuando hay algo en juego mi hijo se presta enseguida a lo que le digan. Abrió la boca todo lo que pudo y luego se apoderó del palito. "Carita, carita" le exigió a la facultativa. Y a la pobre no le quedó más remedio que pintarle los ojos, nariz y boca al palito. "Mírale, con lo buenecito que parecía..." fue su comentario.

Después del episodio de "este pequeñajo tiene un poco de morro" seguimos con lo que nos había traído hasta allí: Iván.

Muy tranquila con respecto a la salud de mi benjamín cogí ansiosa la preciada receta que me permitiría ir con sin sobresaltos a la oficina el resto de la semana y me encaminé con mis pequeñajos al parque. Que pena que al rato se pusiera a llover y tuviéramos que levantar el campamento con gran disgusto de Daniel.