jueves, 3 de mayo de 2012

Con las manos en la cazuela

Daniel está ansioso por meterse a la cocina y manejar los alimentos con sus propias manitas. Así que un día me dije "¿Por qué no? Mientras no se acerque a los fogones ni al horno... Que más da si el resultado final no queda todo lo delicioso que pudiera". Le comenté la idea al pequeñajo y se emocionó. Tomó posiciones en menos que canta un gallo y me exigió ingredientes y una labor que hacer.

Le di una cazuelita llena de agua y la dije que metiera los macarrones y echara un poco de aceite. Termino enseguida y me miró expectante. Entonces le alargué una salchicha y su cuchillito para niños del Ikea. Esta labor le gustó más. Mientras yo ponía la cazuela al fuego él cortaba la salchicha. Entre corte y corte se llevaba algún trocito que otro a la boca y eso que se ganaba. Cuando terminó la alargué una sartén. Puso el aceite y las salchichas. Entonces me tocó el turno a mí de nuevo, porque los niños no se pueden acercar a la cocina por si se queman. Cuando las salchichas estuvieron doraditas añadí el tomate. Mi hijo se empeñó en hacerlo él, pero le expliqué que era una labor demasiado peligrosa. Cuando estuvo todo preparado puse los macarrones y las salchichas con mucho cuidado en el plato que me tendía Daniel muy serio. El chiquillo removió los ingredientes para mezclarlos bien y se lo zampó en una sentada.

A la hora de la cena le faltó tiempo para pedir "¡Quiero macarrones con salchichas!" Estaba tan ilusionado que no tuve valor para decirle que no. Así que repetimos todo el proceso y cenó lo mismo que al medio día. No dejó ni una miga.

Cuando llegó la hora de comer del día siguiente mi retoño ya estaba señalándome el bote de los macarrones con alegría, pero yo decidí que no sólo de macarrones con salchichas vive el niño y me puse a pensar que otra cosa pudiéramos hacer.

Saqué unos filetes de lomo y muy osada le entregué a mi hijo las tijeras de cocina. Con mi inestimable ayuda fue cortando los filetes poco a poco. Casi pierdo un dedo, pero valió la pena porque el crío se lo estaba pasando genial. Luego le tendí patatas cocidas para que las cortara también. Luego lo freí todo y... ya teníamos otro plato del que no dejó absolutamente nada.

Tendré que pensar en más recetas sencillas que pueda realizar Daniel, mal que bien.  Si le toma gustito a esto de cocinar puede que en unos años me pueda retirar de los fogones familiares y le ceda el testigo. Qué pena que no suceda lo mismo con el resto de las labores del hogar...

3 comentarios:

  1. Genial que se interese por la cocina! ya tienes un pinche! jajaja

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  2. Me pongo manos a la obra en la busqueda de recetas que se puedan hacer con niños... Besos.

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  3. Sesi, me temo que enreda más que ayudar :S

    Merengaza, mil gracias. Confío totalmente en ti.

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