Una tarde que me tocó trabajar fuera de casa encomendé a mis churumbeles a su amantísimo padre y me fui tranquila y feliz porque sabía que los dejaba en buenas manos.
Tras una dura jornada volvía a casa justo cuando se estaban sentando a cenar. "¿Que tal chicos?" les pregunté animada, "¿Que habéis hecho?"
"¡¡¡Una fiesta sin padres!!!" exclamó con ojos brillantes el pequeño. "¿¿¿Como??? Pero ¿Cómo sin padres? ¡Si estabais con vuestro padre!" clavé la mirada en mi marido y me pareció que ponía cara de póker.
"Sí", procedió a explicarme Daniel, "Pero atrancamos la puerta para que no pudiera pasara". ¿Ein? Y Raúl seguía sin decir esta boca es mía.
"Nos leímos un libro lleeeeeno de sangreeee", me contó Iván con una gran sonrisa. ¿Qué libro, qué libro?, "pero no te lo vamos a enseñar para que no nos lo quites" Buuuuf, le han quitado un cómic al padre seguro.
"Y nos pusimos a cantar canciones rock y a saltar, saltar, saltaaaaar" añadió el peque emocionadísimo.
"¿Y que pasó el final?", les preguntó su padre de repente. Cri cri cri... "¿No le vais a contar que pasó?" insistió mi marido.
"Que saltamos, saltamos, saltamos y ¡¡¡cataplof!!! ¡¡¡Crassss!!!" me contó obediente el mayor.
"¿¿¿Quéeee??? Raúl, explícamelo tú, ¡hombre!", no parecía tener muchas ganas de aclararme lo que había pasado en mi ausencia, pero al final logre sacarle un escueto "Que se rompió un marco".
"¡Y se llenó todo de cristales!" apuntó Iván a voz en grito.
"Peeeero... ya les he dejado claro que está prohibido colgarse de las estanterías", añadió Raúl conciliador. Yo no salía de mi asombro mientras los peques soltaban sonoras carcajadas. Cada vez más sonoras y desenfrenadas.
"Y tampoco podemos trepar por los armarios" añadió el benjamín como si nada.
"Ssssssh", le advirtió su hermano, "No cuentes nada más Iván o nos dirán que es peligroso y no nos dejarán hacerlo nunca más..."
"Vale, no me lo contéis", concedí yo, total no iban a hacerlo de todas maneras, "¡¡¡pero tampoco volváis a hacerlo nunca máaaaaaaas!!! Y tú Raúl, me vas a tener que explicar que estabas haciendo mientras tus hijos montaban semejante fiestaaaaa". Pero al final, entre pitos, falutas, recoger la cocina, la hora del cuento y sentarme a currar, el papá se escaqueó y me quedé si su versión de los hechos. Ay dios, ay dios. Me voy cuatro horas y la que se arma...
Jajajajaja, ¿quién es peor, Dácil? No te aburres, niña, y lo que no inventen tus peques... Un besote
ResponderEliminarDesde luego que no nos aburrimos. No les puedo dejar solos ainsss
EliminarBesos!!!
jajajaj estos chicos... bueno si solo fue un marco....
ResponderEliminarsuerte con ellos!
A mí lo que me preocupa es lo que podía haber sido. Si treparon por estanterías y armarios se les podían haber caído encima :_(
EliminarNo están fijos.
Pero lo que más me preocupa es que el padre estuviera tanto tiempo sin echarles una miradita, ¡hombre!
Jjaa, no te preocupes, mi marido es igual , si yo no estoy ,el mundo se puede acabar a su lado que él no quiere enterarse. Menos mal que los chicos son juiciosos y maduros pues de lo contrario podrían destruir y quemar la casa que el padre no se mueve.¿?
ResponderEliminarSon muy listos los padres jajaja
Eliminar¡Y los niños! Que los míos tienen el juicio en la punta del dedo gordo, me temo ;)