Una de estas tardes mi hijo mayor decidió que quería que su madre le hiciera un kit de detectives. Él no, claro. SU madre. Ainss. Le dije que él tenía manos para hacerlo solito y me contestó: "Bueeeno, si era por no revolverte, pero si me das tu permiso es otra cosa..."
"Estoooo... No, ejem... Vaaale. Ya te hago yo el kit hum hum". En medio minuto les puse gorros de detectives (de lluvia en realidad), les di lupas y pinceles para buscar huellas. Ellos se fueron tan felices y completaron el kit con lo que les pareció. Daniel cogió una libreta, un lápiz y una pistola. Iván un guante de esqueleto y las gafas de los angry birds. Estaban auténticos. Que pena que no les hice una foto antes de que desmantelaran el look.
Iván corrió hacia mí enarbolando su pincel y me gritó: "¡Quiero encontrar huellas!". Y vino a mi mente un sistema que no sé si leí en algún lado o hice alguna vez de pequeña. Recuerdo un libro supergenial de detectives que teníamos por casa en el que te enseñaban muchas cosas: Tinta invisible con el jugo de un limón, mensajes cifrados de todo tipo y... como no: sistemas para descubrir huellas.
Cogimos unas tazas de loza blanca, la crema hidratante, el minirallador de cocina de daniel y un lápiz. Rallamos la mina del lápiz para conseguir el polvito negro, les puse crema hidratante en las manos para que dejaran sus huellas en las tazas y empezó el proceso más emocionante. Espolvoreamos la mina rallada sobre las tazas y con ayuda del pincel sacamos las huellas. Los chiquillos fliparon. Tanto les gustó que al día siguiente les tenía preparado un juego detectivesco.
Les pedí que estamparan sus huellas en unas hojitas. La de mami azul, la de Daniel roja y la de Iván negra para que las identificaran más fácilmente.
Nos limpiamos la tinta... Masss o menossss, porque no era nada fácil. Y les presenté el caso. Un ladrón ha robado todas las tazas de la cocina, pero se ha dejado una atrás. Seguro que tiene sus huellas. Averigua quien ha sido.
Uno de los niños cerraba los ojos y por mímica el otro peque y yo decidíamos quien de los dos estampaba su huella con crema hidratante en la taza de turno. Curiosamente, ambos me señalaron a mí. Se ve que ninguno quería ser el culpable. El que había cerrado los ojos seguía el mismo proceso del día anterior. Sacaba la huella y fijándose en la guía de huellas tenía que decir quien era el ladrón. No era muy difícil porque cada huella tenía un tamaño distinto. ¡Los dos acertaron! La culpable es... ¡¡¡Mamá!!!
Ya me acuerdo de otra vez que hicisteis este juego y les gustó mucho. Estos chicos necesitan historias policíacas , a malos que perseguir, a ladrones que atrapar, un CSI en potencia son!! porque ellos son inocentes,claro. Y las mamis estamos ahí para todo!! Cuánta creatividad!
ResponderEliminarUn abrazo
Síiiii. Les encanta. Vamos a tener que organizar un juego de rol en vivo con detectives y pistas jajaja
EliminarY la culpable una menda, claro jajaja Que ellos, como bien dices, siempre son inocentes jajaja
Recuerdo que yo de pequeña también hice lo de buscar huellas alguna vez y era divertidísimo. Cualquier día de estos me planto en tu casa a jugar. Jajajaja. Besotes!!!
ResponderEliminarSíiiii. Venteeee. Precisamente estaba hablando de una partida de rol en vivo de detectives... Y traete a los mininos jajaja
Eliminar¡Jolín que imaginación!
ResponderEliminarY la C ¿de dónde viene? ¿Dácil? ¿Mamá? No encuentro la C por ningún lado!!
Besos
Jajajaja Pues vete a saber. Será C de "Cualquier cosa que a mí se me ocurra". Aunque ahora que lo pienso, la C soy yo así que debe ser de Culpable jajaja
EliminarQue tío!!!!
Me parece genial, me parece que te voy a copiar la idea jajaja
ResponderEliminarCopia, copia que es muy divertido :D
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