El milagro se ha producido. Esta noche Daniel sólo se ha despertado a las dos de la madrugada reclamando un biberón a voz en grito. SE lo he suministrado diligente, lo he vuleto a depositar en su cunita, se ha dasdo la vuelta sin protestar y se ha quedado roque en un instante.
He podido descansar un poco tras miles de noches de verdadero infierno. Me ha sentado de maravilla, pero me ha sabido a poco. Espero que este niño se estabilice un poquito o nos va a dar un telele a su padre y a mí.
La verdad es que me da mucho gusto verle dormir. Parece un santo. Es una pena que le cueste tanto coger el sueño. Mi angelito... ¡Que noches me das!
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